Rosso Florentino

París, 5 de febrero de 2014
La iniciativa se enmarca en un contexto de colaboración entre Italia y Francia, a propósito de esta obra del pintor Giovan Battista Jacopo, conocido como Rosso Fiorentino, nacido en Florencia el 18 de marzo 1495 y muerto en Fontainebleau, Francia, el 14 de noviembre 1540, quien fue uno de los principales exponentes de los "eccentrici fiorentini", pioneros del manierismo en la pintura.

Junto a Pontormo, fue alumno de Andrea del Sarto y, en muchos aspectos se desvió de las líneas del clasicismo. Artista original y poco convencional, trabajó en Roma, de donde huyó tras el ataque de las tropas de Carlos V al Papa. Luego pasó por Arezzo y Venecia, aunque más tarde recaló en Francia llamado por Francisco I para decorar el Castillo de Fontainebleau, donde ralizó pinturas que anticipan el barroco.

Los esponsales de la Virgen es un trabajo firmado en 1523 y conservado en la basílica de San Lorenzo de Firliano, Florencia. El trabajo fue encargado por Carlo Ginori para la capilla dedicada a María y José, en la basílica Florentina, adquirida por la familia Ginori en 1520. La pintura tiene un significado devocional, porque ante ella acudían los jóvenes a bendecir sus anillos de boda. En el "Gabinete de dibujos" del Louvre, en París, se conserva una copia en papel atribuida a Antonio Circignani.

La restauración del cuadro ha sido compleja y exigió más de un año a la Dra. Maria Teresa Castellano, restauradora del Instituto para la Conservación, quien intervino en estructura y las capas de pintura y acabado.

Ahora, la embajada de Italia en París, presenta al público, del 6 al 28 de febrero, este trabajo, en tanto que el Louvre colabora con la presentación de otra creación de Rosso Fiorentino, como obra del mes, y titulada La Sfida delle Pieridi. Esa colaboración se refuerza con la organización de una mesa redonda dedicada al artista y a la influencia del mismo en Francia.

Rosso Fiorentino es conocido especialmente por El descendimiento, actualmente en la Pinacoteca Comunale de Volterra, donde despliega un cuadro lleno de movimientos que crea una sensación de inestabilidad en quien lo contempla, merced a una composición un tanto compleja, y en la que se intuye el dolor y un espíritu atormentado, lejano a muchas otras obras "elegantes" del artista.