Singapur, abril de 2008
La Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior, SEACEX y el Instituto Valenciano de Arte Moderno, IVAM, han organizado la exposición La Alquimia de los Herreros que recoge la obra de algunos de los artistas imprescindibles del arte español del siglo XX.
La muestra cuenta también con la colaboración de los ministerios españoles de Asuntos Exteriores y de Cooperación y de Cultura, del NUS Museum, Nus Center For the Arts de Singapur y de la Embajada de España en Singapur.
La exposición pone de manifiesto la importancia de la invención de la escultura en hierro en la obra de Julio González y la influencia que este artista ha proyectado sobre sucesivas generaciones de escultores españoles, como Martín Chirino, Andreu Alfaro y Miquel Navarro.
La Alquimia de los Herreros muestra una selección de esculturas pertenecientes a la colección del IVAM, y que constituye una representación de los mejores trabajos de estos cuatro escultores. Además, ofrece una descripción de su estética personal y proyecta los puntos de conexión entre ellos. En la muestra se establece un diálogo entre las esculturas y dibujos realizados por estos cuatro artistas cuyas obras, reconocidas internacionalmente, son realzadas mediante esta presentación conjunta.
La escultura moderna española no prescinde de lo telúrico y lo mitológico, y se inspira en la alquimia e influencia de lo minero-metalúrgico en nuestra tradición cultural. Es imposible imaginar la escultura moderna española sin remitirse a esa veta arcaica, animista, mágico primitivista, en la que subyacen indiscriminadamente arte y objetos tecnológicos.
Julio González, (Barcelona 1876 - París 1942), fue el menor de cuatro hermanos de una saga familiar que regentaba un taller dedicado a la orfebrería y forja artística. Julio y su hermano Joan se iniciaron en la actividad familia llegando a obtener una medalla de bronce en la Exposición de Chicago de 1892. En 1900, después de vender el taller, la familia se trasladó a París, donde germinaban las primeras vanguardias artísticas y literarias del siglo XX.
La muerte de su hermano Joan hizo que Julio González se replegara en sí mismo produciendo una obra atípica que no fue paralela al desarrollo de los movimientos plásticos contemporáneos. Inició una producción no muy definida, en la que convivían la pintura, la escultura y el diseño de joyas y objetos decorativos.
Poco a poco se irá definiendo como artista e inclinándose hacia la escultura. Su colaboración con Picasso, y las formulaciones planteadas por Cercle et Carré y Abstraction-Creation sobre el arte abstracto, motivaron un cambio en su obra. Unos años antes de su muerte, en 1942, González realizó su aportación fundamental al arte moderno: la creación de la escultura en hierro. Una formulación innovadora que en los años veinte y treinta supuso una propuesta realista, testimonio de las convulsiones sociales y políticas del momento, y la difícil síntesis entre el cubismo, el constructivismo y el surrealismo.
Martín Chirino (Las Palmas de Gran Canaria, 1925) ingresó en 1948 en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando (Madrid), donde estudió con una generación que propondría una renovación radical del marco estilístico de la época. Fueron determinantes los viajes que realizó por Europa a principios de los cincuenta, donde despertó su interés por Julio González y escultores como Arp, Brancusi, Moore o Hepworth. Durante los años cincuenta, el artista desarrolla un interés predominante por la abstracción, con un lenguaje muy próximo a la poética de Julio González.
Martín Chirino recurre a la tradición de los herreros rurales y otorga gran importancia a la herramienta como extensión protésica del hombre. Formó parte del grupo El Paso y fue seleccionado junto con Chillida, Oteiza y Serrano, para la exposición que el MoMA de Nueva York dedicaría al nuevo arte español en 1960. Durante la década de los sesenta aparece la espiral, motivo arcaico aborigen, representación del viento y símbolo de la fuerza de la naturaleza con referencia a la cultura guanche.
La extensa producción artística de Martín Chirino está considerada como una de las manifestaciones españolas más sobresalientes de las últimas décadas dentro del arte forjado en hierro. Sus obras han estado presentes en los museos y colecciones más importantes del mundo y ha recibido numerosos galardones que le sitúan como una referencia a nivel internacional.
Andreu Alfaro (Valencia 1929) inició su actividad artística como dibujante y pintor en la segunda mitad de la década de los cincuenta. Desde sus primeras esculturas se evidencia su compromiso con la experimentación formal que le emparenta con la escultura constructivista que se hacía en Europa. En 1959 se integra en el Grupo Parpalló, contribuyendo a su reorientación ideológica hacia un arte analítico que entonces se denominó normativismo.
Artista de una trayectoria cambiante y diversificada, ha mantenido el convencimiento de que la escultura debe servir para simbolizar actitudes o argumentos colectivos. Trabaja en hojalata y alambre y con varillas y planchas laminadas de uso industrial. En estos primeros años la influencia teórica de Oteiza es importante. En la década de los setenta se da a conocer a un público más amplio con unas obras en plexiglás de color, que producen sorprendentes efectos ópticos y cinéticos que integran al autor en estas corrientes.
En la década de los ochenta, Alfaro dio un giro a su producción reflexionando sobre grandes motivos culturales (el cuerpo humano, el Barroco, la figura de Goethe, el tiempo y la memoria, los kuroi), usando materiales más tradicionales como la caliza o el mármol. Destacan también sus grandes esculturas, que, construidas a escalas sorprendentes y con vocación de integrarse en los espacios públicos se encuentran en numerosas ciudades españolas (Madrid, Valencia, Barcelona, Burgos, etc) y alemanas (Colonia, Maguncia, Francfort).
Miquel Navarro (Valencia, 1945) Formado académicamente en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, comenzó su actividad como artista en 1964. Sus primeras obras son retratos expresionistas y estudios de figuras realizados con tinta, así como pinturas de gran colorido.
En 1974 realizó su primera Ciudad que expuso en el Colegio de Arquitectos de Valencia. Las ciudades de Miquel Navarro son instalaciones compuestas de elementos modulares, repetitivos y de formas geométricas que se agrupan en composiciones que simulan el entramado urbano.
Las ciudades de Navarro son generadoras de espacios. El escultor propone una revisión de la noción de espacio, de la construcción de lugares y también del cuerpo como medida singular de lo humano y de la ciudad. Sus paisajes escultóricos, inspirados en el tejido urbano, se componen de elementos arquitectónicos que actúan como vehículos formales en la experiencia del paisaje de la ciudad.
La obra de Navarro invita a reflexionar sobre la noción de la escala humana así como la diferencia y la confluencia entre lo real y lo mental. El orden y el desorden de la sociedad industrial quedan evidenciados en sus esculturas en las que plasma, la dialéctica entre arquitectura y escultura.
La Alquimia de los Herreros. Nus Museum. Singapur