León, 14 de marzo de 2016
La historia del pingüino Dindín se ha conocido estos días en todo el mundo. Fue salvado hace años por un pescador que le recogió en una playa del sur de Brasil, junto a unas rocas, casi muerto y atenazado por el petróleo que le impedía nadar. Es una noticia que nos habla de bondad y amor a la naturaleza.
La historia de la cigüeña Porma es todo lo contrario. Ocurrió hace unos días en un pueblo de León. El ave estaba siendo seguida por SeoBirdLife para conocer su movimiento migratorio. Fue masacrada a tiros por algún personaje que acabó con la vida de muchas aves más. Es una noticia que habla de miseria, mezquindad y pobreza mental.
La cigüeña Porma
Hubo un tiempo en que las cigüeñas eran casi seres totémicos, sagrados. Tal vez su cercanía al ser humano y el hecho de que anidaran en la cima de las iglesias les daba un aura de animales familiares y amados por la divinidad. Nadie intentaba causar el mínimo daño a una cigueña. Es más, si un muchacho le arrojaba una piedra recibía la crítica de todos, incluidos sus mismos amigos.
La cigüeña volvía cada año a su nido, y con ella regresaban los días de sol. Picoteaba en los campos, en las lagunas, alimentándose de culebras, ranas o saltamontes. Y el campesino que la veía al lado del sembrado, con sus largas patas hundidas en el reguero, se sentía complacido con su compañía.
Pero he aquí que en febrero pasado se conoció que algún ser ¿humano? mató a varias parejas de cigüeñas que ya estaban anidando. Una de ellas se conocía muy bien por los especialistas. Era Porma, portadora de un emisor que se le colocó en 2013 en Santa Colomba de Curueño (León) para seguir sus movimientos, que la llevaban en el invierno a los campos de Andalucía.
El nombre de la cigüeña, Porma, se debía al río del mismo nombre, que atravesaba la zona donde fue marcada merced a la colaboración de Grupo Ibérico de Anillamiento GIA-León y con la financiación de la organización suiza Storch Schweiz. Un emisor colocada en la espalda del ave enviaba diariamente informe de su posición.
La cigüeña pasaba los meses más fríos del año en el sur, a 720 kilómetros de su nido. Se alimentaba en las marismas de Benalup-Casas Viejas, en Doñana, y en los vertederos de Dos Hermanas y Medina Sidonia. Cada primavera regresaba a su nido en el valle del Curueño donde criaba con éxito, hasta este año.
El 24 de febrero de 2016 se conoció que al menos 6 parejas de cigüeñas habían sido masacradas. Una de ellas era Porma. Aún no se sabe nada del delincuente que las masacró, pero la sociedad pide una investigación, aclaración del caso y castigo para el causante de esta salvajada.
El pingüino salvado
La otra historia es la del pingüino hallado en 2011 por el pescador Joao Pereira de Souza, ya jubilado, quien, compadecido, recogió al animal, lo limpió de petróleo y lo alimentó con sardinas hasta que recuperó su vigor.
Dindin, como llamó al animal, fue atendido a cuerpo de rey durante varias semanas y luego retornado a la playa para que continuara con su vida habitual. La sorpresa mayor fue que al año siguiente el pingüino, de hábitos migratorios, retornó a la playa, como si intentase reencontrar a su salvador.
Desde 2.011, cada año se repite el reencuentro. Y el pescador jubilado acaricia al animal y le premia con sus sardinas… tal como se ha visto hasta en programas televisivos.
Dindin y Joao Pereira son una especie de familia que se reencuentra cada año, y tanto el pingüino como el pescador expresan sus sentimientos de afecto. “Lo quiero como si fuera mi hijo y creo que él también me quiere”, comenta Pereira.
Dos historias. Dos mundos distintos. Joao Pereira da cariño a un animal y cosecha cariño y admiración de la sociedad. El otro sujeto, el asesino de cigüeñas, causa muerte y recibe el oprobio y el desprecio de todos.
Por Sánchez Carreño
Pereira y Dindín, en amable conversación. Rio de Janeiro. Universidad Federal
Pareja de cigueñas. Una de las aves es Porma ©Javier García GIA-León/SeoBirdLife