Esta artista entierra sus obras en la ruta para recogerlas luego, cuando la pátina de los materiales y el tiempo las ha transformado. Después de haber experimentado con esta técnica en el Amazonas, los Pirineos y en la India, la artista brasileña eligió el Camino de Santiago para llevar a cabo el projecto “Camino Peregrino”, que durará 5 anos.
Christina Oiticica (Rio de Janeiro, 1951) se ha dedicado a una exótica técnica neoconcretista que recuerda al land art y al ecoarte, en tanto permite que los elementos de la naturaleza influyan sobre sus obras.
Este proyecto – que comenzó en el 2006 y se extenderá hasta el 2010 –, se denomina “Camino Peregrino” y consiste en el “entierro” de cien telas a lo largo del Camino de Santiago para permitir la acción de la naturaleza sobre estas obras. A medida que las obras se “desentierran”, algunas quedan expuestas en el Hotel El Peregrino, ubicado en la villa de Puente la Reina. Otras formarán parte de una exposición itinerante por diversos puntos de España.
Christina Oiticica decidió realizar sus obras en diferentes puntos del Camino de Santiago, aprovechando el relieve de las piedras, la intervención de la lluvia y de la nieve, el color de la tierra, pigmentos naturales y cera.
Una vez terminadas, la artista las “planta” o “entierra” en la tierra durante unos meses permitiendo la interacción de la naturaleza, segunda fase del proceso creativo.
La tercera fase consiste en el “desentierro” de estas obras, que quedan expuestas. De este proceso, que combina el land art con la pintura, “emergen telas simbólicas y abstractas que captan la energía del lugar en donde fueron realizadas, y llevan las marcas de los fenómenos naturales – lluvias, sequías, según la época del año en que fueron enterradas; simbolizando así la germinación cultural”.
Christina Oiticica ideó la combinación del land art – que utiliza como soporte a la naturaleza en tanto materia – con la pintura en los Pirineos franceses, hace cinco años, cuando con una tela de unos 10 metros de largo, decidió pintar al aire libre en medio de la naturaleza. Una vez finalizada la obra, la dejó secar allí mismo.
Al día siguiente, al ir a buscarla, descubrió que el polvo, la tierra, las hojas y algunos insectos se habían integrado en la tela. Sin haberlo premeditado, la naturaleza había influido sobre esta pintura.
A partir de entonces, Christina Oiticica decidió que todos sus cuadros pasarían por la misma experiencia. Primero pintó en los Pirineos, luego en la Selva Amazónica y en el Valle Sagrado de Ganespura, India. En 2006, la artista decidió que su próximo enclave geográfico para llevar a cabo este proceso sería el Camino de Santiago, que había recorrido sola, a pie, hacía 20 años. Una experiencia que ya había vivido en 1986 junto a su marido, el escritor Paulo Coelho.
Así fue que, en septiembre del 2006, decidió volver al Camino para enterrar sus lienzos en diversos puntos del recorrido, permitiendo que tanto la naturaleza como los pies de los peregrinos puedan interferir en las telas, transformándolas.
Para situar históricamente su técnica, hay que retroceder a las corrientes artísticas surgidas en Rio de Janeiro en la década del 70, que cristalizaron movimientos experimentales que habían surgido en los años ’50 como innovaciones del neoconcretismo.
La creadora
Christina Oiticica nació en 1951 en Rio de Janeiro, donde comenzó sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes a los 18 años. En sus comienzos, decidió inclinarse por la arquitectura, hasta 1990 cuando decidió que su vínculo con el arte era definitivamente la pintura, tras pasar por el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Casada desde hace 28 años con el escritor Paulo Coelho, con quien comparte una espiritualidad y religiosidad, se define como una artista que combina arte figurativo y abstracto.
En 20 años de su carrera artística, las obras de Christina Oiticica se han exhibido en más de 60 galerías de unos 12 países.