Guiarte.com. Ciudad de México, 28 de noviembre de 2016
Chichén Itzá es una ciudad prehispánica, uno de los centros más importantes de la civilización maya en la península del Yucatán, y forma parte de la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, desde 1988.
Según la UNESCO, la fusión de las técnicas de construcción mayas con nuevos elementos procedentes del centro de México hacen de Chichén-Itzá uno de los ejemplos más importantes de la civilización maya-tolteca del Yucatán. Entre los edificios que han sobrevivido al paso del tiempo figuran el Templo de los Guerreros, el Castillo y el observatorio circular conocido por el nombre de El Caracol.
El hallazgo anunciado se halla en el interior de la pirámide de El Castillo conocida también como de Kukulkán. El nombre del Castillo le fue dado por los españoles que llegaron a la zona y que identificaron la construcción con una fortaleza, en tanto que el de Kukulkán lo debe a la divinidad maya a la que se rendía culto en el lugar.
Según el INAH, dentro de los trabajos de la segunda fase del proyecto denominado “Estudio de tomografía de resistividad eléctrica 3D en la pirámide de El Castillo, Chichén-Itzá, México”, especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ha confirmado la existencia de una segunda subestructura en dicho monumento, edificada entre los años 550 y 800 d.C., la etapa más temprana y menos conocida de este asentamiento maya.
Los investigadores René Chávez Segura, Gerardo Cifuentes Nava y Esteban Hernández Quintero, del Instituto de Geofísica (IGf), junto con Andrés Tejero Andrade, de la Facultad de Ingeniería (FI) de dicha casa de estudios, y la arqueóloga del INAH, Denisse Argote Espino, comentaron en una rueda de prensa que los exámenes geofísicos aplicados a la también llamada Pirámide de Kukulcán, confirman la presencia de un antiguo cenote bajo el templo, cuyo descubrimiento fue anunciado en agosto de 2015.
Los académicos de la UNAM indicaron que, al igual que en su anterior fase de trabajo, usaron una tecnología innovadora desarrollada por ellos mismos, que se vale de herramientas no invasivas de exploración geofísica somera, para colocar detectores eléctricos alrededor de la pirámide y transmitir corriente en aras de “iluminar” el interior del templo y obtener datos como la diferencia de potencial y la resistividad del subsuelo.
El análisis de los cambios en las propiedades físicas subterráneas, así como un examen en 2D desde una escalinata interna localizada arqueológicamente en 1931, les permitió trazar las dimensiones de una segunda subestructura en el costado sureste de la pirámide, que aproximadamente mediría 13 metros de alto, por 12 metros en dirección sur-norte y 18 en dirección este-oeste.
Al hablar acerca de la trascendencia de este hallazgo, la arqueóloga Denisse Argote aseveró que por medio de los nuevos datos, podrá conocerse más de la primera etapa monumental de Chichén Itzá, aquella cuando los “mayas puros”, es decir, sin contacto aún con civilizaciones extranjeras del actual centro de México, iniciaron la edificación de templos y edificios con alturas mayores a los cinco o diez metros de altura.
Al igual que otros sitios arqueológicos prehispánicos, la pirámide original y otras construcciones de la urbe, fueron cubiertas durante una segunda etapa habitacional, entre los años 800 y 1,000 d.C., y nuevamente por la tercera y actualmente visible etapa, desarrollada entre los años 1,050 y 1,300 d.C.
“Estas fases constructivas se deben a múltiples factores, desde la renovación en los grupos de poder hasta el deterioro natural de los edificios, sin embargo, los constructores se limitaban a rellenar y cubrir los templos antiguos ya que, justamente, se trataba de lugares sagrados que no podían destruirse pues eran necesarios para mantener el contacto con sus mundos espirituales”.
Según los estudiosos, la confirmación geofísica tanto del cenote como de la segunda subestructura, podría guiar a futuros trabajos de exploración arqueológica para ubicar el acceso al adoratorio primigenio de la zona. Una opción idónea para lograrlo, indicaron, sería estabilizar y usar el túnel abierto en 1931, con el fin de no exponer la pirámide a daño alguno.
Descubren una pequeña pirámide interior en la Pirámide de Kukulcán, en Chichén Itzá. Foto Héctor Montaño INAH
Dentro de la gran pirámide de Kukulcán , hay otras dos. La ultima descubierta, la menor, fue construida entre los años 550 y 800 d.C., mediría 13 metros de alto. Imagen Cortesía UNAM