Comienza la aventura
Llega la visitante a Dublín, y se encuentra con el sol cubierto por unas nubes que se deshacen de repente en lluvia...
... empujadas por un viento racheado que nunca aciertas a averiguar si es cálido o frio, porque cuando lo descubres, ya ha cambiado. Así es el clima irlandés, sorprendente y amable, como los irlandeses, que este año celebran con verdadera pasión su independencia del Reino Unido.
Se encuentra la viajera en un moderno aeropuerto en el que espera su llegada una familia irlandesa con cuatro niños a cual más guapo; después la llevan a conocer el lugar emblemático donde se desarrollo esta gesta que ellos cuentan con orgullo. Fue un lunes de Pascua de hace 100 años, le explican, y el levantamiento organizado por los siete miembros del consejo militar de la Hermandad Republicana Irlandesa, apenas contó con el apoyo de 1.600 rebeldes en todo el país. Me enseñan el lugar y el monolito pero lo que más les entusiasma –y con razón- es el texto con el que se llamaba a la lucha:
“Irlandeses e irlandesas, en el nombre de Dios y de las generaciones muertas de las cuales recibió su vieja tradición y nacionalidad, Irlanda, a través de nosotros, convoca a sus hijos bajo su bandera y se rebela por su libertad y declara su determinación para aportar felicidad y prosperidad a toda la nación y a todas sus partes, apreciando por igual a todos los hijos de la nación".
Fíjate me dicen, se dirigía a hombres y mujeres por igual, abogaba por la igualdad de oportunidades y el sufragio universal y prometía el fin de la discriminación religiosa.
Con este documento, continua contando Seamus, firmado por los siete intelectuales y sindicalistas irlandeses, aquel 24 de abril, se proclamó el Gobierno provisional de la República de Irlanda retando el yugo del Imperio Británico. Pero esta insurrección, sofocada una semana más tarde con la llegada de veinte mil soldados ingleses, fue seguida de una brutal represión, pues todos los cabecillas fueron fusilados en la cárcel de Kilmainham excepto Éamon de Valera.
La rebelión nació condenada al fracaso, pero la extrema represión de Londres- quince líderes fusilados, cientos de voluntarios y civiles encarcelados y el centro de Dublín arrasado por la artillería inglesa- aseguró que la derrota abocaría en la instauración definitiva de la República. Porque las semillas de la independencia las riega la sangre de los mártires asegura Tagth (poeta-en gaélico) que presume de ser un dublinés de los más inteligentes de la isla Esmeralda, tan alto como su abuelo y, como él, apegado a unas tradiciones de las que se siente muy orgulloso.
Después de comer en un restaurante pequeño y coqueto en el qué la jarra de agua lleva dentro una ramita de menta, nos vamos hasta el Castillo de Dublín donde el pasado 1 de enero se abrió el ceremonial del centenario de la independencia de Irlanda, con alegres desfiles, cantos y festejos populares. Unas celebraciones que han enriquecido este año la conmemoración de otro acontecimiento muy querido para los irlandeses: S´ Patrick Day, (Lá Fheile Pádraig-en gaelíco), día en que subió al cielo este Santo Patrón que murió en el 493 y que fue quien introdujo el cristianismo en Irlanda.
Es un festejo alegre, desenfadado y colorista que dada su popularidad tiene rango de fiesta nacional y que pretende “que la gente con ascendencia irlandesa y los que deseen ser irlandeses, se sumen y ayuden a conocer a este pueblo alegre como pocos, acostumbrado a las dificultades y a superarlas con humor e imaginación”. Y con una orden: ese día se cerrarán todas las tabernas. Un mandato difícil de cumplir, pues a los irlandeses solo hay algo que les guste tanto como cantar y jugar con sus hijos, la cerveza tomada en los pub con los amigos. Una celebración, la de San Patricio, que se conmemora en todo el mundo, en España especialmente en Madrid y A Coruña, esta última unida a Irlanda por las leyendas celtas del Rey Bregoán y de la torre de Hércules.
Cae la tarde y pregunta la recién llegada a Jack y a Oisin por la vida del Santo Patrón y estos traviesos y listos gemelos, le cuentan que cuando arribó a la isla el santo, ésta estaba dividida en clanes bajo la poderosa autoridad de los druidas; era valiente, así que fundó varias comunidades cristianas repartidas por todo el territorio y liberó a Irlanda de las serpientes. Una singularidad que hace que la viajera encuentre a este Santo extraordinario, y se acoja rápidamente a su protección. Una hazaña además que tiene gran importancia para un pueblo que ama el campo. Todos los ofidios están en Inglaterra dicen ellos. Y se ríen.
Vamos a cenar a esa hora en la que los españoles acabamos de desperezarnos de la siesta, y comemos el alimento sagrado: patatas, preparadas al horno con almendras, que aquí además de un manjar, se consideran patrimonio nacional pues este tubérculo, salvó a los irlandeses de la hambruna.
Quedan muchos eventos y se impone el descanso porque mañana hay que visitar Wicklow, un paraíso de agua y monte bajo, formado hace miles de años y que conserva restos de una torre y una iglesia de aquellas primeras comunidades cristianas.
Luca, el pequeño de la casa, no quiere dormirse sin que Ani, su madre, le lea un cuento y escucho admirada historias de duendes y tesoros que se regalan con la misma alegría que se encuentran. Historias de arboles y reyes vegetales.
El niño entra relajado en un bosque pleno de vida - el país de la eterna juventud- y después preparamos el programa para el día siguiente, pues hay más de de dos mil eventos en memoria de la rebelión, de entre ellos, unos 540 serán reflexiones históricas, 152 contendrán elementos basados en la lengua irlandesa. La diáspora jugará un papel crucial en cerca de un centenar. “Respeto y Dignidad –dicen- para rememorar el pasado, reflejar los avances y trabajar en pos del futuro".
Hoy La República de Irlanda está entre los países más ricos del mundo en términos de renta per cápita, y a pesar de que en 2008 comenzó una crisis financiera sin precedentes, en 2011 y 2013, Irlanda apareció en el séptimo lugar de las naciones más desarrolladas del mundo, en el índice de desarrollo humano de las Naciones Unidas. Asimismo, la república está en los puestos más altos en materia de libertad económica, política y de prensa. Actualmente, Irlanda es uno de los países fundadores del Consejo de Europa y de la OCDE. El Estado mantiene una política de neutralidad y no alineación y por ello no es miembro de la OTAN, aunque sí participa en la Asociación para la Paz.
La bandera irlandesa en la que el verde representaba el nacionalismo, el naranja el unionismo, y el blanco el “alto el fuego” entre los otros dos colores rivales.
Con unos 70.000 kilómetros cuadrados de superficie, y 4,5 millones de habitantes, este es un país que merece la pena visitar al igual que su capital, Dublín, donde la amabilidad y la cultura se dan la mano. Una isla de color esmeralda donde el viajero encontrara como hospitalidad y belleza.
Entorno de los Montes Wicklow, en Irlanda. Imagen de Chris Hill / Turismo de Irlanda
Montes Wicklow, en Irlanda, al sur de Dublín. Imagen de Victorina Alonso. Guiarte.com
Montes Wicklow, en Irlanda, al sur de Dublín. Imagen de Victorina Alonso. Guiarte.com
Montes Wicklow, en Irlanda, al sur de Dublín. Imagen de Victorina Alonso. Guiarte.com
Monasterio de Glendalough, en el condado de Wicklow, Irlanda. Neal Houghton/Turismo de Irlanda
Jardines de Monte Usher, en el condado de Wicklow, Irlanda. Turismo de Irlanda