Los templos de Guimaraes
El principal edificio religioso de la ciudad es el de Nuestra Señora de la Oliveira, pero también merece la pena visitar el Padrao do Salado, la iglesia de San Francisco, la de Santa Marina y la iglesia de Gualter.
El monumento nació como un monasterio fundado por la condesa Muñadona. Pero en el siglo XIV, el rey Juan I reedificó el templo en cumplimiento de una promesa a la Virgen, tras la batalla de Ajubarrota, frente a las tropas de Castilla. La dirección del proyecto correspondió a Juan García de Toledo.
Hay obras posteriores,. Del XVII y XVIII. La poderosa torre cuadrada, de tres niveles, es del siglo XVI. La iglesia -de tres naves- tiene un altar es barroco, en el que se alberga una imagen de la patrona de la ciudad.
Frente a la iglesia de la Oliveira se halla un edículo gótico denominado Padrao do Salado. Se trata de un airoso monumento erigido en el siglo XIV para conmemorar la victoria en la batalla del Salado, una de las grandes luchas del siglo XIV, en las que los soldados de las coronas de Portugal, Castilla y Aragón, destrozaron a los benimerines, que controlaban la España musulmana. El crucero existente debajo es de la misma época; una donación de un negociante local.
Otra de las iglesias mejores de la urbe es la de San Francisco. Conserva su cabecera gótica, pero como en numerosos templos, se perciben las remodelaciones barrocas.
Lo mejor del templo de San Francisco es su monumentalidad interior, los magníficos retablos barrocos, los profusos adornos rococós que le otorgan un sello de riqueza y poder. Hasta los bellos azulejos combinan en ese despliegue barroquizante que atrapa al visitante.
La iglesia más airosa es la de San Gualter, barroca, del siglo XVIII, obra de André Soares, con una fachada abombada que parece acercarse al espectador. Las airosas torres laterales son del siglo XIX y encajan perfectamente con el conjunto, al igual que la bella escalinata de acceso.
Dentro del templo, un retablo de inspiración clásica y coloristas vidrieras representando la Pasión de Cristo.
Entre los edificios religiosos cabe citar al convento de Santa Marina, que se asoma sobre una ladera montuosa en las afueras de la ciudad con su poderosa fachada barroca, actualmente reconvertido en centro hotelero (Pousada). En el interior se conservan destacados elementos barrocos.
Otro templo, más atractivo por su ubicación que por el arte, es el de la montaña de la Peña, en un bello enclave paisajístico que domina el entorno urbano, y al que se puede acceder por un teleférico que recorre 1,7 kilómetros para alcanzar la cima de la montaña.