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Recuerdos de la Princesa Cristina

Cuentaviajes de Recuerdos de la Princesa Cristina

Relato de viaje a Recuerdos de la Princesa Cristina

En el claustro de Covarrubias Nostalgia de Noruega Ciudades de madera Mar y Tierra Vivir y viajar

En la Edad Media, una princesa Noruega murió de pena en Sevilla. Dicen que murió, porque echaba de menos el clima de su país, su gente, su pasado, y le sobraban el calor asfixiante del Guadalquivir, la corte castellana y su incierto futuro.

Miguel Moreno nos habla de la princesa y de su país. Texto y fotos del autor.

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En el claustro de Covarrubias

En un ala del claustro gótico de la Colegiata de Covarrubias (Burgos) hay un sepulcro en el que reposan los restos de Cristina de Noruega, hija del rey Haakon Haakonson, nacida en 1234 y casada en 1258 con el infante don Felipe de Castilla.

Apenas cuatro años después de su boda, en 1262, murió en Sevilla sin haber logrado descendencia, y su marido envió el cadáver a la vera del río Arlanza.

Dicen que la princesa murió de pena, porque le faltaban el frío de su país, su gente, su pasado, y le sobraban el calor asfixiante del Guadalquivir, la corte castellana y su incierto futuro. Sin duda soñó en las agobiantes noches españolas con aquellas tierras verdes, con aquellas rocas y cielos que enmarcaban las aguas grises de los fiordos; con aquellas cumbres glaciares y con el manto de la nieve del que emergían los troncos Цtambién blancos- de los abedules. Verde brillante, gris y blanco, los colores de Cristina frente al rojo de la tierra de Covarrubias, el azul de los cielos españoles y el verde oscuro de las encinas y enebros castellanos.

Las alianzas de la corona castellana, cegada con el Sacro Imperio, llevaron a amañar la boda de la triste Cristina con Don Felipe, hermano del Rey Alfonso X (el Sabio) - ambos hijos del Rey Fernando III (el santo) y Beatriz de Suabia-.

El infante había sido abad de la Colegiata de Covarrubias a los 21 años y arzobispo de Sevilla, en el momento de abandonar la carrera eclesiástica para dedicarse a sus matrimonios palaciegos.

Un monumento a la princesa medieval, en un rincón de Covarrubias. Miguel Moreno. guiarte.com

Un monumento a la princesa medieval, en un rincón de Covarrubias. Miguel Moreno. guiarte.com

Paisaje noruego. Miguel Moreno. guiarte.com

Paisaje noruego. Miguel Moreno. guiarte.com

Nostalgia de Noruega

Noruega era entonces, como hoy, un país hermoso, con días largos en verano, con sol de medianoche a partir del círculo polar ártico, y con las llamadas "noches blancas" en el centro y sur del país.

El paisaje noruego es caótico, hermoso, con montañas elevadas flanqueando los fiordos y el mar presente en cada rincón, no en vano Noruega tiene más kilómetros de costa que el resto de Europa.

La nieve se ve con facilidad en las cumbres y glaciares, incluso en pleno verano, y el agua cae en innumerables cascadas de cientos de metros de altura. El panorama sobrecogedor de la naturaleza se ve salpicado hoy por miles de casas, con vivos colores, que se distribuyen junto al mar, o en las escasas tierras de cultivo del interior.

Fiordo. Fotografía de Javier París/guiarte.com

Fiordo. Fotografía de Javier París/guiarte.com

Ciudades de madera

Noruega era un país muy pobre en la Edad Media, y así ha seguido siendo hasta hace pocos años.

Sus habitantes tenían que emigrar en busca del sustento que les negaba una tierra tan inhóspita. Sin embargo, la aparición del petróleo en el Mar del Norte cambió hace algunos años radicalmente las cosas. La afluencia de petrodólares ha sido muy positiva para la obra pública (espectaculares carreteras en la costa, túneles por doquier) y para el elevado consumo de los noruegos, que disponen de casas, coches y bienes diversos con alegría.

Afortunadamente, el dinero no les ha convertido en nuevos ricos, y han sabido mantener el gusto por muchos aspectos tradicionales, comenzando por las viviendas de madera, que proliferan por todo el país. En otros muchos países, con ese nivel de vida, habrían desaparecido todos los pueblos bajo la piqueta, levantando en su lugar suntuosos chalés de plaqueta, ladrillo caravista y balaustradas estilo Falcon Crest.

Los noruegos no, ellos aprecian la calidez, junto a la calidad, y siguen construyendo mayoritariamente sus viviendas con madera y, cuando son muy ricos, con tejados de corteza de abedul y tierra, que permiten tener vegetación en la cubierta durante el verano y protegidas y transpirables en invierno.

También se conservan en Noruega pueblos con estructura tradicional, como Olesund, Kristiansund y, sobre todo, Bergen, con un conjunto arquitectónico soberbio en el barrio de Bryggen.

Los antiguos muelles hanseáticos son hoy un dédalo de calles con el pavimento de madera, las casas de madera y el olor de madera en las que se integran las tiendas de souvenirs, los restaurantes y los despachos profesionales.

Casas de madera, en un barrio de Bergen. Miguel Moreno. guiarte.com

Casas de madera, en un barrio de Bergen. Miguel Moreno. guiarte.com

Alesund. Miguel Moreno. guiarte.com

Alesund. Miguel Moreno. guiarte.com

Mar y Tierra

La vinculación de Noruega con el mar es evidente, y tiene una clara explicación geográfica: el interior es prácticamente inhabitable...

...mientrás la costa es fértil de hierba, tiene lugares resguardados y recibe el influjo benigno de la corriente del Golfo. Abunda la pesca, y los fiordos, protegidos del mar abierto, son una excelente vía de comunicación.

Es fácil imaginar la tradición navegante de los vikingos, y también se comprende su gusto por marcharse a las tierras del sur huyendo de un clima gélido y de un paisaje hermoso que apenas dura unas semanas al año, antes de convertirse en una postal blanca, aunque a nuestra princesa Cristina le costara un plus de melancolía

Fiordo. Miguel Moreno. guiarte.com

Fiordo. Miguel Moreno. guiarte.com

Vivir y viajar

La omnipresencia del mar se nota no sólo en la historia de Noruega, sino también en la vida ordinaria: el pescado, los ahumados, el bacalao y el salmón en particular, así como las gambas, son fáciles de encontrar y sabrosas de consumir.

También el mar es una segunda residencia para los miles de noruegos que tienen barco particular con el que se desplazan de puerto en puerto durante sus vacaciones.

Las excursiones por el país se van a encontrar antes o después con el mar: los fiordos del oeste son imprescindibles, y algunos viajes a las islas del norte colmarán a los más aventureros. Para los más reposados, vale la pena subir el sendero de los Trolls, acercarse al glaciar de Jostedal o recorrer el fiordo de los Sueños.

La Princesa Cristina de Noruega también vivía junto al mar. De hecho inició su viaje en Tonsberg, cerca de Oslo, y desde allí recorrió los mares europeos camino de España.

En el año 1958 se abrió en Covarrubias el sepulcro de la Princesa Cristina en Covarrubias y apareció la momia con el pelo amarillo, las uñas rosadas y los dientes blancos, como los abedules de Noruega en otoño.

Glaciar noruego. Miguel Moreno. guiarte.com

Glaciar noruego. Miguel Moreno. guiarte.com

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