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El hambre y la enfermedad en el Camino de Santiago

El Ateneo de Madrid está organizando durante el año 2024 un ciclo sobre la hospitalidad en el Camino de Santiago. En mayo se trató sobre las enfermedades y el hambre en la peregrinación.

Por Claudio Path

En el ciclo sobre Hospitalidad en el Camino de Santiago, que se organiza en el Ateneo de Madrid, intervinieron este mes de mayo Victorina Alonso, doctora de Medicina, quien trató sobre las enfermedades, y Tomás Álvarez, quien analizó el efecto del hambre en el Camino. Los ponentes fueron presentados por Daniel Pacheco y Enrique Lillo, respectivamente.

Intervención de la doctora Alonso

El Apóstol Santiago - dijo Victorina Alonso- se convirtió en la Edad Media en el Santo Sanador por excelencia. Curador universal de cualquier padecimiento: Podían recobrar la vista los ciegos, la facultad de oír los sordos, andar los cojos y hasta los muertos resucitar.

La extraordinaria confianza de los peregrinos en la divinidad, unida al ferviente deseo de sanar, era capaz de convertirse en un estímulo psíquico tan poderoso que por sí sólo acarrease la curación, destacó.

Pero el Camino se convirtió también para una gran cantidad de peregrinos en un lugar donde se podía enfermar o incluso encontrar la muerte. En la vía, a veces las enfermedades contaban con los medios adecuados para propagarse, como el hacinamiento, el hambre o la falta de higiene.

Victorina Alonso explicó que fueron muchos los padecimientos que asolaron la vía; entre los más importantes están la Lepra, la Peste y el Fuego de San Antonio. Con igual incidencia pero con menor mortalidad, citó la Sarna, enfermedades mentales, traumatismos lesiones, insolación, hipertermia y golpe de calor que fueron y siguen siendo unas patologías frecuentes.

Intervención de Tomás Alvarez

Por su parte, Tomás Alvarez, quien recientemente ha publicado un documentado estudio sobre la gastronomía en el Camino de Santiago, destacó el papel del hambre en el Camino, un papel estimulante del viaje en momentos como las grandes hambrunas medievales, originadas tradicionalmente por los periodos de malas cosechas.

Citó especialmente el periodo de la gran hambruna, de inicios del siglo XIV, en el que se calcula que falleció el 20 por ciento de la población europea por la sucesión de años calamitosos. En esos tiempos difíciles, la inanición llevaba inexorablemente a la muerte. Y en un mundo de miseria absoluta, la peregrinación era una salida con posibilidades de éxito, pues la caridad de los monasterios y conventos amparaba al viajero, y además las tierras hispanas tenían fama de generosas.

Por otra parte, los años climatológicamente muy duros lo fueron menos en las tierras del sur, donde las horas de son eran mayores y los cereales podían llegar a granar.

Pero no sólo eran causa de hambrunas los desastres climatológicos, sino que otras incidencias también generaban la falta de alimentos. Así, por ejemplo, el viajero Domenico Laffi, en el siglo XVII, relató los padecimientos debidos a una gran plaga de langostas entre Burgos y León.

En definitiva, la búsqueda del pan, ha sido habitual en los distintos tiempos de las peregrinaciones; unas veces a causa de la necesidad y otras, por la proliferación de pícaros que buscan vivir de la caridad y atesorar algunos dineros. En la misma novela del Quijote, Sancho se encontrará con unos alemanes que viajan por España con este objetivo.

Campesinos repartiendo el pan; imagen del libro del rey Modus y la reina Ratio, Biblioteca Nacional de Francia.

Campesinos repartiendo el pan; imagen del libro del rey Modus y la reina Ratio, Biblioteca Nacional de Francia.

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