La catedral
La catedral toledana se inició en 1226 por orden del arzobispo Jiménez de Rada.
Era la época gloriosa del rey Fernando III el Santo, conquistador de Sevilla. Las obras duraron dos siglos y medio, por lo que se puede apreciar una mezcla de estilos, especialmente en el interior.
Se trata de un edificio grandioso, dominado por su monumental torre, que domina la geografía urbana.
Entre los elementos destacables de la misma cabe citar al retablo policromado, con escenas de la vida de Cristo. Está restaurado y es uno de los más bellos y coloristas de las catedrales españolas.
Tanto ante el retablo como ante el coro existen unas rejas monumentales. El coro es renacentista, tallado por Alonso de Berruguete. Describe escenas del evangelio y de la toma de Granada.
En la cabecera del templo está el Transparente, curioso templete barroco, de Narciso Tomé, con una delicada claraboya; un conjunto que destaca en medio del ambiente gótico del templo.
El templo encierra obras notables en la Sala Capitular y especialmente la sacristía, donde hay trabajos de El Greco, Van Dick, Juan de Borgoña, Goya, Rafael y Rubens.
Otra pieza más espectacular está en el Tesoro. Es la custodia de plata y oro realizada en el siglo XVI por Enrique de Arfe. Tiene más de tres metros de altura y es la maravillosa joya que se pasea por la ciudad en la procesión del Corpus.
El claustro también es interesante; gótico, de dos plantas, y construido en el siglo XIV sobre el solar donde estaba un viejo mercado judío.