El alma de la ciudad
Las ciudades, como las naciones o los mismos individuos, tienen un principio y -aunque a veces nos parezca imposible- un fin. Pero entre su origen y su ocaso despliegan sobre el paisaje un sinfín de casas, palacios, templos, jardines o chabolas, mostrándonos a través de ellos las características propias de la sociedad que albergan, con sus historias, ideologías, comercios, riquezas y vocaciones.
Como resultado de todos sus elementos y de su entorno, la ciudad adquiere un espíritu específico que trasciende las limitaciones físicas para generar al viajero una emoción determinada y revelarle su forma colectiva de ser y sentir.
Salzburgo nos revela un mundo que aúna historia, cultura y belleza. Y es especialmente meritorio el hecho de que esta ciudad haya sido capaz de mantener su identidad, porque a lo largo de la historia ha sufrido notables bandazos.

Nervaduras de la techumbre de la iglesia de los franciscanos. Foto guiarte. Copyright