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Ribeirão da Ilha

Uno de los lugares más seductores de la isla de Santa Catarina, donde se asienta la ciudad de Florianopolis, es la localidad de Ribeirão da Ilha, en la parte sudoeste de la isla.

Casas de Ribeirão, bellamente decoradas.Imagen Tomás Alvarez. Guiarte.com

Casas de Ribeirão, bellamente decoradas.Imagen Tomás Alvarez. Guiarte.com

La iglesia de Ribeirão tiene ya más de 200 años.Imagen Tomás Alvarez. Guiarte.com

La iglesia de Ribeirão tiene ya más de 200 años.Imagen Tomás Alvarez. Guiarte.com

Los restaurantes locales anuncian la especialidad en ostras.Imagen Tomás Alvarez. Guiarte.com

Los restaurantes locales anuncian la especialidad en ostras.Imagen Tomás Alvarez. Guiarte.com

El florido camposanto de Ribeirao se funde con la selva que cubre la montaña.Imagen Tomás Alvarez. Guiarte.com

El florido camposanto de Ribeirao se funde con la selva que cubre la montaña.Imagen Tomás Alvarez. Guiarte.com

La costa de Ribeirão hace recordar al viajero las rías gallegasImagen Tomás Alvarez. Guiarte.com

La costa de Ribeirão hace recordar al viajero las rías gallegasImagen Tomás Alvarez. Guiarte.com

Por Tomás Alvarez
El distrito de Ribeirão engloba varios núcleos de población dispersa, esparcidos en una costa de aguas tranquilas, porque el oeste de la isla se halla al abrigo de del Atlántico y recuerda por su orografía a las rías de gallegas.

En total se expande sobre un área de 51 kilómetros cuadrados. Aparte del núcleo de Ribeirão de Ilha, cabe destacar los de Alto Ribeirão. Caiacangaçu, Caieira da Barra do Sul, Tapera do Sul y Naufragados, en el extremo sur de la isla de Santa Catarina.

En total, a lo largo de las vías de comunicación de todo el distrito, en una naturaleza de mar y montaña, donde se nota la pujanza de la naturaleza, habitan unos 20.000 habitantes. Sin embargo, el viajero siempre tiene la sensación de hallarse en una pequeña aldea.

Ribeirão es pueblo que tiene más tipismo. La carreterita que lo cruza longitudinalmente está rodeada de casas pequeñas, la mayoría de una sola planta. Al este queda la poderosa mole del Morro de Ribeirao, la montaña más alta de la isla, que supera los 500 metros; en el oeste el mar, y al fondo, unos kilometros más allá, el continente brasileño, que muestra una orografía accidentada y sugerente.

Numerosos establecimientos de la orilla costera son bares y restaurantes. Ribeirao es el distrito brasileño que más ostras produce, y esa particularidad genera una economía sólida a esta pequeña población de aires lusos o azorinos.

Como en cualquier localidad de influencia portuguesa, sobre un pequeño otero se alza la iglesia, con aire relativamente poderoso, como si intentase marcar visualmente a los pobladores la eternidad y la trascendencia de las cosas divinas.

La iglesia de Nossa Senhora da Lapa, tiene personalidad. Es originaria de 1806, con dos bellas torrecillas que le dan un aire de catedral de juguete. Señores y esclavos de la isla unieron sus fuerzas hace más de dos siglos para hacer este edificio de piedra, encalado, que descuella sobre la población, pequeño monumento que fue visitado por el propio Pedro II, el último emperador de Brasil, en 1845. A su lado, se extiende un cementerio florido que avanza hacia el verdor de la montaña.

Esa iglesia, el cuidado camposanto, y la selva que les rodea y cubre la montaña, forman una imagen evocadora.

Las casas más antiguas de Ribeirão muestran su aire colonial. Muchas están pintadas con atractivos colores y presentan la fecha de su edificación. Esta arquitectura centenaria es un orgullo local y está protegida por ley municipal.

Ese detalle de protección del legado histórico va más allá, y se muestra también en las festividades y en la conservación de la artesanía tradicional.

Es gratificante la visita a este lugar tranquilo. La isla de Santa Catarina, tiene fama turística internacional. Florianópolis es eminentemente turístico, en especial el norte de la isla, donde veranean muchos turistas de Argentina. Pero el sur es más apacible y tradicional.

La fama de Ribeirão es fundamentalmente gastronómica, por las ostras, pero en el lugar hay algunas playas tranquilas, casi desiertas, y es un placer sentarse mirando al mar, y contemplar la placidez de la existencia. Una placidez natural, en la que resuenan los cantos de las aves, mientras se puede contemplar al paisano del lugar tirando la red para atrapar unos peces plateados que saca orgulloso a la orilla.

¿Dónde está Ribeirão da Ilha?

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