Playa de Cachoeira do Bom Jesus, en la Isla de Santa Catarina, Brasil. Imagen de Guiarte.com
La isla del Francés, desde la playa de Cachoeira do Bom Jesus, en la Isla de Santa Catarina, Brasil. Imagen de Guiarte.com
Tranquilidad en la playa de Ponta das Canas, en Cachoeira do Bom Jesus, lIsla de Santa Catarina, Brasil. Imagen de Guiarte.com
Especulación urbanística frente a belleza en la playa Brava, Cachoeira do Bom Jesus, en la Isla de Santa Catarina, Brasil. Imagen de Guiarte.com
Ponta da Feticeira, en el sur de la playa Brava; Cachoeira do Bom Jesus, Isla de Santa Catarina, Brasil. Imagen de Guiarte.com
Tomás Alvarez
El distrito que lleva el nombre de Cachoeira, fue creado en 1916, e incluye otros núcleos cercanos como Ponta das Canas, Vargem Grande y Vargem do Bom Jesus, abarcando en total 30 kilómetros cuadrados de superficie, sobre la que habitan unos 12.000 habitantes.
El origen del nombre está en una cascada -cachoeira en portugués- existente en torno al morro de Bom Jesus..
Cachoeira, a unos 30 kilómetros de Florianópolis, está en un ámbito que fue tradicionalmente agrario, pero esa vocación ha ido cambiando por influjo de la cercana Canasvieiras, si bien su estructura de calles amplias y una contenida cuota de edificabilidad le dan un aspecto de población tranquila y con calidad de vida.
La playa de Cachoeira es excelente. arenas finas, un mar calmado, una luminosidad extraordinaria y un marco bellísimo.
Sobre unas aguas claras en las que se refleja el cielo de azul intenso, aparece hacia el oeste Canasvieiras y la isla del Francés, con el continente como marco final, dibujando una arcada que se cierra por el lado opuesto con la Ponta das Canas.
En el agua tranquila aparecen numerosas embarcaciones, mientras a nuestras espaldas queda el caserío, inmerso en los verdes de las amendoeiras o los escarlatas de las buganvillas.
El viajero no debe dejar de ver este rincón norteño de la isla, con sus morros verdeantes y sus pequeñas playas. La de Ponta das Canas tiene una amplia franja de arena y una pequeña albufera. A su lado reposan algunos pequeños barcos de pescadores. Es un mar tranquilo y el bañista no tiene la sensación de agobio que puede sentir en las estrecha playa de Jureré o en otros puntos de la isla donde la edificación ha avanzado casi hasta las olas.
En la playa de Ponta das Canas se dispone de los servicios básicos para el veraneante: algunos comercios y varios restaurantes.
Aún más solitaria es la cercana playa de Lagoinha de Ponta das Canas, que también ofrece al viajero un magnífico marco natural y unas aguas transparentes y calmas, así como fina arena
La desilusión se plantea un poco más adelante, ante la bellísima playa Brava, nombre que deriva precisamente de la bravura de sus aguas, relativamente peligrosas y más propicias para el surfing..
El marco de Playa Brava es excelente. Con unos dos kilómetros de longitud, buenas arenas y aguas limpias, se extiende entre dos morros, el de la Ponta da Feiticeira y el la Ponta da Bota en el norte. La vista desde el mirador que está en el alto, junto a la carretera de Ponta das Canas es magnífica. El problema está en la explotación turística. Una vez más, se ha permitido crear en un área paradisíaca una urbanización que parece la de una ciudad de extrarradio por su elevada edificabilidad. Lamentable esta especulación en áreas de tal belleza.
Cachoeira es un buen destino para el descanso; garantiza la tranquilidad y ofrece bellos paisajes y playas agradables. Sus servicios son los suficientes para una estadía agradable: supermercado, restaurantes, etc.
Sin embargo, para quienes quieren mucho movimiento por la isla, acudir a discotecas, centros comerciales o restaurantes variados, hay que advertirles que su situación, en el extremo norte, dificulta los movimientos por el cuello de botella de tráfico impuesto por Jureré, Canasvieiras e Ingleses, con una densidad agobiante en temporada alta.