Dos mil años de historia
Oporto, el puerto por antonomasia, no necesita que dos mil años después de su esplendor histórico venga nadie a cantar las alabanzas de su fenomenal abrigo marino, el calado de su rada o lo escarpado de los montes que le rodean.
Oporto ha servido de refugio a romanos (incluso a griegos, según la leyenda), a suevos y cristianos, a musulmanes y a los primeros portugueses (Porto Cale). Por allí han pasado sucesivamente, y a veces todos juntos, comerciantes, bandoleros, políticos, pescadores, misioneros, marinos, vinateros y turistas españoles.
Efectivamente, la última invasión es la de los vecinos españoles que se desplazan el fin de semana a Portugal con cierto aire de grandeza, se sientan en las terrazas y piden para comer sopa verde y bacalao. Oporto, Porto para los portugueses, verá pasar también esta invasión pacífica y afrontará el futuro con la retranca sabia de los viejos que ya lo han vivido todo.
Balconadas da ribeira. Fotografía de Miguel A. Moreno Gallo