París, octubre de 2008
Emil Nolde aún no había tenido ninguna retrospectiva en Francia, pero ese olvido se remedia ahora con esta exposición en la que se presentan noventa pinturas, entre ellas el políptico La vida del Cristo, conservado en la Nolde Stiftung Seebüll, de Alemania, y setenta acuarelas, grabados y dibujos.
Este conjunto se presenta según un recorrido cronológico, en secciones temáticas (La montaña encantada, Un país, Años de combate, Biblia y leyendas, la Obra gráfica, Las noches de Berlín, Welt, Heimat, Phantasien e " imágenes no pintadas ", El mar).
Para el gran público, será pues un descubrimiento; para los conocedores, una ocasión única de ver reunidos por los cuadros que provienen del todo el mundo e ilustran la totalidad de la obra.
Primero escultor ornamental sobre madera, Nolde llegó tarde a la pintura. Formado en Munich y en París en 1900, se singulariza muy rápidamente por una pintura dura, que retuvo la lección de Van Gogh. Los jóvenes artistas de” Die Brücke” le piden su apoyo: participa en todos frentes para imponer un arte nuevo, hasta su exclusión de la “Secesión”, Berlín 1911.
Dividido entre su arraigo en la tierra de Schleswig, en la frontera de Dinamarca, y su fascinación por la metrópoli, Berlín; entre su gusto por la soledad y el espectáculo de la vida social, este hijo de campesino, a la vez duro y dulce, construye una obra única que suscita mucha perplejidad .
Nolde, que pensaba encarnar el espíritu alemán en la pintura moderna, fue sin embargo muy maltratado en el momento de la llegada de los nazis al poder. Su adhesión tardía al Partido Nacional Socialista en 1934, no le ahorró la difamación pública ni el ser incluido entre los artistas "degenerados" en el momento de la exposición de 1937.
El veterano pintor se negó sin embargo a someterse a las imposiciones estéticas del régimen y fue castigado, en 1941, con la prohibición total de pintar. Recluido en Seebüll, produjo entonces clandestinamente un millar de pequeñas acuarelas, estas “imágenes no pintadas " que se presentan en parte en el Grand Palais.
El reconocimiento internacional llegó en la posguerra, cuando fue consagrado como uno de los pintores más destacados de su tiempo.
La obra de Nolde es notable por sus extraordinarios registros de color, sus trazos, y su inspiración narrativa inigualada. El ser humano es centro de sus preocupaciones, magistralmente restituido en los retratos, las maternidades, las parejas. Los paisajes y los bodegones son sueños coloreados, donde la contemplación de la vida ordinaria, de la naturaleza, se transfigurada por la audacia de la paleta del pintor.
Los temas religiosos tienen una visión particular y el pintor trata en ellos de reencontrar las raíces de una religión primitiva y próxima del hombre.
Duro en el manejo del pincel, atrevido en la utilización de colores estridentes, genial en sus figuras de rostros a modo de máscaras, el espectador a veces reencuentra en sus trabajos los ecos del viajero que acudió durante un tiempo a Nueva Guinea.
Emil Nolde, cuyo verdadero nombre era Emil Hansen, dejó una pintura que impacta y genera un shock emocional. Vivió una vida larga –89 años- y dejó abundante obra. Es comisario de la muestra Sylvain Amic, conservador del museo Fabre, Montpellier
Desnudos con eunuco. óleo sobre lienzo. 1912. Col. Indiana University Art Museum Bllomington. EE.UU.