Bogotá, 11 de abril de 2013
Se trata de una serie de óleos sobre cartón y lienzo, que recogen buena parte de los temas que predominaron en su pintura: cometas, buques, animales, escenas de pueblo y paisajes.
Noé León es un pintor extraordinario, el mayor naif que ha dado Colombia, y el encanto de sus obras las hace comparables a las que realizó antaño Henri Rousseau. León plasma visiones cotidianas, ingenuas y sinceras con las que refleja la cotidianidad del Caribe colombiano y es hoy unos de los grandes del arte colombiano del siglo XX.
Al igual que en el caso de Rousseau, León es un artista de vocación tardía. Llegó a la pintura cuando ya superaba los cuarenta años y la practicó ininterrumpidamente por treinta más hasta su muerte.
Noé León (Ocaña, 1907 – Barranquilla, 1978) fue zapatero, cacharrero, garitero, empleado del ferrocarril, vendedor ambulante y policía. Si bien sus cualidades para el dibujo fueron evidentes desde niño, la pobreza lo obligó a dejar la escuela (cursó hasta cuarto de primaria) y a ganarse la vida como pudo. Un día fue contratado para reproducir avisos publicitarios de una cervecería y a partir de ahí, por consejo de un colega, se dedicó a pintar paisajes en vinilo sobre discos de acetato, maderas y cartones, que después vendía puerta a puerta en Barranquilla, ciudad donde transcurrió la mayor parte de su vida. Hoy la obra de León está muy cotizada.
En 1961, con sus cuadros bajo el brazo, León llegó al famoso bar La Cueva —donde se reunían con frecuencia intelectuales y artistas de renombre, entre ellos García Márquez— allí casi de inmediato se ganó la admiración del pintor Alejandro Obregón; de Eduardo Vilá, dueño del establecimiento, quien le comisionó una gran cantidad de obras y especialmente del mexicano José Gómez Sicre, por esa época director de Artes Visuales de la OEA, quien ese mismo año lograría incluir una de sus pinturas en la exposición “El museo de la pintura ingenua” que se exhibió en Baden-Baden, Frankfurt y Hannover, muestras que fueron el punto de partida para el reconocimiento nacional e internacional de su obra.
La colección del Banco de la República acrecienta sus activos con diez pinturas al óleo, tres de ellas sobre lienzo adherido a madera, siete sobre cartón, que durante casi treinta años pertenecieron a un coleccionista privado en Canadá. Las obras están siendo sometidas a procesos de restauración que garanticen su próxima exhibición.
Con estas nuevas piezas son 18 las obras de Noé León incluidas en la Colección del Banco.
Noé León. Barco ciudad de Barranquilla con cometa, 1968. Lienzo adherido a madera. 60,4 x 85,4 cm. Colección de Arte Banco de la República.
Noé León. Selva con tigre, 1968. Pintura sobre cartón. 60 x 85,3 cm. Colección de Arte Banco de la República.