Ayer Heidelberg, mañana Isfahan
Decir que la vida esta llena de misterios es un lugar común. Que esos enigmas aparezcan en la existencia de uno ya es mas raro.
Normalmente, la mía transcurre en medio de una apacible sucesión de viajes. Un día estoy en Cannes, otro en Heidelberg. Ayer en Valdivia o en Sodankyla y mañana en Sochi o en Isfahán. A la larga, todo es muy aburrido. La rutina, ya se sabe, destruye la pasión, el deseo, la memoria.
Por eso me sorprendió agradablemente que en el vuelo que debía trasladarme de París a Madrid apareciera por el pasillo de la cabina un gran perro delante de un japonés ciego.
Yo estaba sentado en la mitad del avión, mas o menos a la altura de las alas, el lugar mas peligroso –dicen- en caso de accidente. La sorpresa se transformó en excitado placer cuando tras el nipón vi aparecer otro perro y otro oriental.
Como en espejos paralelos, uno detrás de otro, entraron once japoneses ciegos con sus correspondientes perros-guía.
Composición. guiarte.com