Ciervos y encinas
En medio de los montes solitarios se escucha, atronadora, la llamada de los venados. El verano declina.
Es la época de celo, los días de “la berrea”, en el Parque Nacional de Cabañeros, conocido popularmente como el Serengueti español. Sorprende que un espacio como éste haya sido casi ignorado para la generalidad de las gentes hasta apenas hace una década. Es un territorio casi despoblado y de un valor ecológico excepcional que estuvo a punto de ser un campo de tiro para la OTAN y que fue transformado en un recinto sagrado para la fauna y la flora, merced a una activa defensa de las organizaciones ecologistas, secundada por el gobierno regional de Castilla-La Mancha, en la meseta sur española.
Si la imagen mundialmente conocida de la provincia española de Ciudad Real es el paisaje recorrido por el ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, la otra estampa debiera contener un paisaje de encinas y una manada de ciervos. Está última sería la imagen que definiese los campos del noroeste provincial, un territorio de una montaña tan despoblado como atractivo.

Una imagen de Cabañeros, desde la raña, llanura herbácea, en la que pastan los ciervos y corzos.. guiarte.com