Catedral Vieja
La contemplación de Lleida desde la lejanía permite vislumbrar un otero que emerge en la vega del Segre, coronado por unos edificios, entre los que despega la flecha vertical de la torre catedralicia.
Este es realmente el símbolo de Lleida; un símbolo que nos habla directamente de la historia que ha padecido-vivido la ciudad.
El cerro –el “turó” de Lleida- sorprende al viajero con el románico de la catedral, que tiene una magnífica expresión en sus armoniosas portadas y capiteles.
Pero también sorprende el gótico, en especial el excelente claustro, de forma trapezoidal, con una serie de ventanales de hermosas tracerías y su mirador sobre el valle del Segre. El claustro es ya enteramente gótico, lo mismo que la portada del mediodía, ubicada ante él, la puerta de los Apóstoles. La torre campanario, octogonal, es asimismo gótica, del siglo XV.
La catedral se inició en 1203 por Pere de Coma, quien hizo un excelente templo de tres naves, con un gran ábside y un monumental crucero. Pere de Pennafreita continuó la obra y en el tramo final del XIII, construyó el cimborrio y cubrió las naves con bóvedas de crucería.
Ya en periodos posteriores se avanzó hacia el sur, ubicando el claustro a los pies de la catedral, y realizando la puerta de los Apóstoles, la que da al claustro, y la torre. Las obras no terminaron hasta el siglo XVI.
En el siglo XVIII, después de la Guerra de Sucesión de la corona de España, el recinto se transfirió a usos militares, y el templo acabó perdiendo su uso catedralicio.
El plano total del conjunto recuerda más al de una mezquita que a una catedral cristiana, con el recinto del templo al fondo, precedido por el patio, o claustro y la elevada torre.
Sobre los baluartes militares aparece la catedral Vieja. Delante, la torre y el claustro, detrás el propio templo. Guiarte Copyright
Puerta de los Apóstoles, en la catedral Vieja de Lleida. Guiarte Copyright
Claustro de la catedral Vieja. Guiarte Copyright
Puerta de la Anunciata; brazo sur del crucero. Guiarte Copyright