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Chaves

Comenzar Cuentaviajes Chaves

Chaves, en Portugal, es una ciudad pequeña y humilde, pero con un encanto especial que hace que la visita merezca la pena.

Paisajes: tiempo y espacio Más que trapicheos Dos símbolos Y otros encantos

Chaves: Algo más que la historia de un puente.

Un acercamiento a esta pequeña ciudad portuguesa, de la mano de Tomás Alvarez.

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Chaves, en Portugal, es una ciudad pequeña y humilde, pero con un encanto especial que hace que la visita merezca la pena.

Paisajes: tiempo y espacio

Cuando viajamos, no sólo vislumbramos el paisaje que rodea nuestra mirada, sino otros más que también la abrazan y definen; paisajes referidos a otro tiempo y otro espacio.

Así, por ejemplo, cuando llegamos hasta Marrakech y contemplamos la poderosa torre de la Kutubia, no podemos dejar de recordar la Giralda andaluza, una construcción hermanada en el tiempo y en el estilo, y nos prometemos que la próxima vez que viajemos a Sevilla miraremos la altiva torre de forma más detenida.

Pero, además, los mismos indicadores que se sitúan a lo largo de la ruta nos invitan permanentemente a romper nuestro esquema de viaje para contemplar un castillo, un paisaje fluvial o sencillamente para degustar una gastronomía especial.

Un impulso que siento cada vez que recorro un paisaje fronterizo es el del pasar al otro país, para sumergirme en un ámbito distinto en la lengua y la historia... el contraste me hace sentir la riqueza de la cultura y sus raíces, que suelen ser más profundas que los propios cimientos de las fronteras.

Aunque hablando de fronteras, hay que decir que en la actual configuración europea hemos perdido ya en buena medida el significado clásico (e incómodo) de la palabra: policías, visados, control de equipajes...

Ese impulso a cruzar fronteras fue el que me hizo abandonar la autopista Benavente-Vigo para entrar en Chaves.

Paisaje urbano, desde el puente de origen romano. Imagen de Guiarte.com

Paisaje urbano, desde el puente de origen romano. Imagen de Guiarte.com

Más que trapicheos

Confieso que el nombre de Chaves tenía para mí un significado peyorativo. Desde hace años conocí gente que había llegado al lugar para comprar tejidos u otros materiales... tenía la idea de que el lugar era un mercadillo y poco más.

Sin embargo, cuando uno pasea por Chaves se halla ante una ciudad llena de historia, en un ámbito tranquilo y provinciano, con un paisaje atractivo y amable, donde el viajero puede gozar con un detalle artístico, conversar, pasear, tomarse una magnífica comida y dormir la siesta al lado de la corriente del Támega.

... Y además, si el viajero quiere disfrutar de las aguas termales, puede hacerlo igual que lo hicieron los romanos, quienes bautizaron a la ciudad como "Aquae Flaviae", en referencia a unas aguas que brotan a 73 grados Celsius.

Sí. Es posible disfrutar y relajarse en una historia que se atestigua, por ejemplo, en el pequeño museo de la Región Flaviense, ubicado en la céntrica plaza de Camoes, donde hay excelentes piezas romanas y prerromanas.

paisaje urbano en Chaves. . Imagen de Guiarte.com

paisaje urbano en Chaves. . Imagen de Guiarte.com

Dos símbolos

Sería muy difícil definir la ciudad con una imagen. Para mí, hay dos símbolos de Chaves. La torre del Homenaje del castillo y el puente de origen romano sobre el Támega.

Es la torre un símbolo, porque se trata de una construcción cubista, airosa, indestructible, que domina el caserío con su tono granítico oscuro, identificando a la ciudad con un destino: ser bastión en la lucha, lugar de dominio.

El castillo ha quedado destrozado por el tiempo. Sus lienzos albergan un apacible jardín que sirve para contemplar desde él el valle del Támega y la propia ciudad, cuyas murallas han sido domesticadas por las construcciones próximas, que han acabado engullendo los bastiones. Pero esos jardines también sirven para ensalzar el poderoso edificio de la torre del Homenaje, que alberga una pequeña colección museística de historia.

El otro símbolo de la ciudad es el puente romano, construido en el siglo I para garantizar el paso en la vía que unía Bracara Augusta (Braga) y Asturica Augusta (Astorga).

El puente, de uso peatonal en la actualidad, tiene unos 150 metros de largo y une dos barrios de la ciudad, ambos con actividad comercial. Desde el mismo se pueden ver las zonas verdes de ribera y multitud de pescadores que lanzan sus anzuelos a las aguas del río, con más afición que resultado práctico.

Los cañones ya no defienden el castillo, sino que definen un tiempo. Imagen de Guiarte.com

Los cañones ya no defienden el castillo, sino que definen un tiempo. Imagen de Guiarte.com

Y otros encantos

No hay monumentos excepcionales, pero hay una gavilla de elementos integrados en la trama urbana de Chaves que hacen a ésta sumamente amena, propicia para el paseo y el relajo.

Como ejemplo, el Fuerte de San Francisco, del XVII, con su aire de mole defensiva, que oculta en su interior un pequeño convento, hoy transformado en hotel, donde se pueden alojar los viajeros que no llevan prisa...

O la iglesia de la Misericordia, pequeña, con una fachada ennoblecida por arcadas y escalinata, y con una sola nave. El interior es tan pequeño como emotivo por el exaltado barroquismo del altar y la profusa decoración de las paredes cubiertas absolutamente de azulejos.

El aire de la iglesia es espacial. Cuando entré en ella, un coro de mujeres locales ensayaba canciones a la virgen. No era un coro excepcional, pero sonaba de maravilla, auténtico, profundo... había sentimiento y belleza en las voces. Había una espiritualidad que parecía surgir del hondo del tiempo, de las creencias arraigadas, de la cultura y la historia que se acumulan en los rincones de estas ciudades que parecen poca cosa, pero que tienen un algo que no se puede recoger en las guías de turismo.

Pescadores ante el puente romano de Chaves. Imagen de Guiarte.com

Pescadores ante el puente romano de Chaves. Imagen de Guiarte.com

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