Paisajes: tiempo y espacio
Cuando viajamos, no sólo vislumbramos el paisaje que rodea nuestra mirada, sino otros más que también la abrazan y definen; paisajes referidos a otro tiempo y otro espacio.
Así, por ejemplo, cuando llegamos hasta Marrakech y contemplamos la poderosa torre de la Kutubia, no podemos dejar de recordar la Giralda andaluza, una construcción hermanada en el tiempo y en el estilo, y nos prometemos que la próxima vez que viajemos a Sevilla miraremos la altiva torre de forma más detenida.
Pero, además, los mismos indicadores que se sitúan a lo largo de la ruta nos invitan permanentemente a romper nuestro esquema de viaje para contemplar un castillo, un paisaje fluvial o sencillamente para degustar una gastronomía especial.
Un impulso que siento cada vez que recorro un paisaje fronterizo es el del pasar al otro país, para sumergirme en un ámbito distinto en la lengua y la historia... el contraste me hace sentir la riqueza de la cultura y sus raíces, que suelen ser más profundas que los propios cimientos de las fronteras.
Aunque hablando de fronteras, hay que decir que en la actual configuración europea hemos perdido ya en buena medida el significado clásico (e incómodo) de la palabra: policías, visados, control de equipajes...
Ese impulso a cruzar fronteras fue el que me hizo abandonar la autopista Benavente-Vigo para entrar en Chaves.
Paisaje urbano, desde el puente de origen romano. Imagen de Guiarte.com