El gran Oudry
Jean Baptiste Oudry(1685-1755) fue en su época el mejor pintor animalista.
A él se le dedica ahora en Francia una buena exposición titulada “Animaux d’ Oudry”, que se muestra desde noviembre del 2003 a febrero del 2004, en el castillo de Fontaineblau. Oudry aprendió pintura con su padre, que era pintor y comerciante de cuadros. Serre, pintor de las falúas reales del monarca francés, vio que el muchacho tenía aptitudes y lo llevó a Marsella. Trabajó con él cuatro años. Vuelto a París, Oudry entró en el taller de otro importante pintor barroco, Largilière, con quien trabajó cinco años.
La relación con Largilière le facilitó contactos con los círculos de poder. En 1717 fue admitido en la Academia de Bellas Artes con un cuadro que representaba a la Abundancia; luego pintó diversos trabajos para centros religiosos. Por esta época, hizo un retrato del zar Pedro, quien le quiso llevar por la fuerza a Rusia. Oudry tuvo que esconderse para evitar su expatriación.
En 1722, pintó un cuadro titulado La caza del jabalí. El trabajo fue excelente y el propio rey Luis XV se lo llevó como pintor de animales; le encargó que empezase haciendo cuadros para representar a las fábulas de La Fontaine y le hizo retratar a sus animales favoritos.
Oudry tuvo una vida de rey, con habitaciones en el Louvre, donde vivía con su larga familia (tuvo 13 hijos). Merced al apoyo del ministro de Hacienda, Fagón, recibió diversas rentas como superintendente de manufacturas reales, puesto en el que contó entre sus ayudantes con el pintor Boucher.
Realizó además diversos trabajos para la nobleza, la reina de Suecia o los grandes duques de Mecklembourg-Schwerin. Los retratos que han quedado de él nos lo muestran como un acaudalado burgués.
La muestra que ahora le dedica el museo nacional del Castillo de Fontainebleau reúne una treintena de obras, pinturas y dibujos del museo de Schwerin (Alemania) y una veintena de las que se conservan en el castillo francés, uno de los lugares privilegiados donde el soberano galo desarrollaba sus cacerías.
La exposición de Fontainebleau se presenta en unas salas restauradas entre 1987 y 1992 que aún no estaban abiertas al público. Éstas recaen sobre el jardín inglés y el patio de la fuente, en uno de los espacios más agradables del magnífico edificio.
Trofeos de caza, animales en su entorno, retratos de perros del monarca, encajan perfectamente con un escenario donde los poderosos reyes franceses desarrollaron relajadas actividades cinegéticas... Aún faltaba medio siglo para que en París la guillotina acabase con la tranquilidad de la dinastía.