Guardias en el acantilado
Los primeros soldados que hicieron guardia en el Cabo Tiñoso, allá en tiempos de Primo de Rivera, renegaban de su mala suerte:
Un lugar apartado, desde el que no podían hacer una escapada a Cartagena hasta que estuvieran de permiso; un fuerte solitario, en donde la disciplina dependía del carácter o el humor del oficial de turno; un acantilado inhóspito en el que era difícil encontrar sombra en verano y calor en invierno.
Los últimos soldados de reemplazo que hicieron guardia en el Cabo Tiñoso, hace apenas un lustro, también se quejaban de su suerte y esperaban con impaciencia el relevo para marcharse corriendo a su casa.
Paradójicamente, desde que se ha desmantelado la batería de costa de Cabo Tiñoso, al sur de Cartagena, miles de personas se acercan cada semana a contemplar uno de los mejores paisajes de la costa murciana: un nido de águilas que permite ver kilómetros de litoral, disfrutar de las aguas azules y serenas del Mediterráneo y contemplar las almadrabas del atún en los refugios de los acantilados.
Dentro del mar no están solos los atunes: Cabo Tiñoso es conocido en el mundo entero por su riqueza submarina, por las escuelas de buceo y por las sorpresas que aún pueden deparar los pecios. No en balde, Cartagena tiene un fenomenal museo de arqueología que se nutre de la historia y la prehistoria que el Mediterráneo devuelve.
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Apuntando al vacío. Imagen de Miguel Moreno. guiarte.com. Copyright