Entre el Bósforo y el Ararat
Cuando se viaja por las altiplanicies de Capadocia se tiene la sensación de alternar entre un paisaje ya vivido y otro imaginado.
En primavera, la humedad otorga una fina capa de vegetación al terreno, muy parecida a la que podemos encontrar en la meseta norte de la Península Ibérica. Leves ondulaciones del terreno, páramos en definitiva que recuerdan la dureza de las condiciones ambientales.
En verano, el sol abrasa el suelo durante el día y lo hiela durante la noche, haciendo aún más difícil la supervivencia del hombre.
Sin embargo, desde la Prehistoria, Capadocia y Asia Menor han sido lugar de paso de todas las civilizaciones: por allí llegó el Neolítico a Europa, desde el mítico monte Ararat hasta el Bósforo en las puertas de Europa; en ese lugar confluyeron las civilizaciones de Mesopotamia, cruzó Alejandro Magno, vinieron los musulmanes...
Hay una parte de Capadocia, llana como un campo de aviación interminable, en la que aparecen los caravanserrallos, lugares de descanso para las caravanas de especias y sedas que durante siglos transitaban de oriente a occidente.
Son como faros en el horizonte, dotados de piedras fosforescentes que al anochecer indicaban la dirección correcta. Amplios almacenes para las cargas y los camellos, lugares seguros frente al peligro del desierto.
Los pueblos son también referentes en el espacio, con casas de tierra y techos de tierra, absolutamente mimetizados con el entorno hasta que la llegada de la televisión ha poblado de antenas y parábolas los tejados y ha roto la horizontalidad del paisaje.
Las calles están a oscuras por la noche, pero se llenan de hombres –nunca mujeres- que deambulan, hablan de política, fuman y beben te.
En medio del silencio y el polvo, de pronto aparece un cibercafé en el que navegan las nuevas generaciones turcas.
Caravanserrallo en Asia Menor. Foto Miguel Moreno Gallo. guiarte. Copyright
Pequeñas casas con su tejado de tierra, en Anatolia. Foto Miguel Moreno Gallo. guiarte Copyright
Casas rupestres en Uchisar, Göreme. Foto Miguel Moreno Gallo. guiarte Copyright