Centenario fallece el fotógrafo Vicente Nieto Canedo. Natural de Ponferrada; de origen humilde, sus padres regentaban un estanco en la Plaza de la Encina. Ya en Ponferrada, a los 14 años, tiene sus primeros contactos con la fotografía e impresiones con los efectos de la luz.
En 1928 se traslada a Madrid. Vive con su hermana y cuñado, José López Guzmán, encuadernador, fundador de la primera agrupación socialista creada en el Bierzo. Así, Nieto entra en contacto con ambientes socialistas y, en la reiterada coincidencia de los primeros pasos del citado movimiento, se emplea como aprendiz de tipógrafo en El Socialista. Comparte las obligaciones laborales con los estudios, en concreto de taquigrafía.
En los almacenes Sepu (1933) compra, por 13 pesetas, una cámara Kodak Baby Brownie de baquelita. Instrumento que sólo exigía “apretar el botón”, más Nieto aporta la luz y la intuición. Desea aprender y logra dignas fotografías, algunas aún conservadas.
Cuando estalla la contienda “incivil” de 1936, Nieto se incorpora voluntario a la afamada y cuestionada columna del “general” Mangada. Dado sus conocimientos se le asciende a sargento de la 32 Brigada Mixta. Destinado cerca de Madrid, recupera su Kodak Baby y fotografía la vida militar y a los civiles. De esta época se conservan numerosas fotografías, un vivo testimonio del drama bélico y expresión de la realidad en la retaguardia.
Terminada la guerra, logra emplearse como taquígrafo-mecanógrafo. Conocedor de la represión de los vencedores abandona toda actividad pública, sólo practica la fotografía en privado. En 1954 descubre la revista Arte Fotográfico, en ella se anuncia la Real Sociedad Fotográfica (RSF) y la convocatoria de concursos para aficionados. Logra colaborar con la Revista e ingresar, en 1955, en la RSF y, a su vez, alcanza ciertos reconocimientos en los citados concursos.
En la RSF entra en contacto con otros profesionales y madura conocimientos, enlaza intuiciones y práctica durante marchas organizadas. Sigue apostando por la luz y sobre todo por la presencia de la “figura humana”, sin poses, al natural. De ahí, no es extraño que se detenga en los niños tras la búsqueda de lo espontáneo.
Adquiere una máquina Rolleiflex. Monta su propio laboratorio en casa. Consigue premios y reconocimientos. La década, 1956-1966, será la más productiva. Escribe textos propios sobre fotografía y también poéticos. Publica con nombre propio y pseudónimos. Se incorpora al colectivo La Colmena. A partir de 1967 abanado la intensidad fotográfica para dedicarse, como representante de material fotográfico, de la empresa Oliver Sollevas. Desmonta el laboratorio. A partir de 1982, ya jubilado, retoma los contactos. Publica alguna fotografía. En 2002 consigue una exposición individual (Guadalajara). En 2005, una colectiva con la RSF. En 2009 otra individual, organizada por el Instituto de Estudios Bercianos, en Ponferrada. Y en 2011, en Salamanca, una antológica y extensa, organizada por el Ministerio de Cultura a través de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas. El motivo de esta exposición fue la actuación generosa de Vicente Nieto donando al Estado su fondo fotográfico: miles de fotografías que suponen un testimonio vivo de la historia. El fondo está depositado en el Centro Documental de la Memoria Histórica (CDMH) en Salamanca.
Este archivo fotográfico queda agregado a otros logrados, y también de grandes fotógrafos leoneses: Bernardo Villarejo, Manuel Martín de la Madrid y Manuel A. Martín Martínez. Adquisiciones que se enriquecen con el fondo Centelles y que se suman a los ya existentes. Con tales acopios el CDMH se convierte en un contenedor fotográfico singular. En fechas próximas está prevista otra magna exposición del fondo Nieto en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Lugar y local que generaban gran ilusión en Vicente.
La sencillez y el ocultamiento, la autoformación y la intuición acompañaron a Vicente Nieto en su larga vida que culmina con el desprendimiento, la generosidad, la donación de su colección al pueblo español. Un acto singular en el que estuvo presente y activo su amigo, también fotógrafo y leonés, Amando Casado. Del solar leonés se destaca su esplendor y aportación creativa a las letras españolas tras nombres reconocidos en todos los géneros literarios, pero es de justicia recordar los nombres de grandes fotógrafos: Villarejo y Manuel Martín(padre e hijo), Vicente Nieto y el de los más jóvenes, García Alix y Amando Casado, sin olvidar los tanteos del músico Manuel Quijano.
Con frecuencia se ha considerado a la fotografía como un arte menor; reciente, y más en los últimos años, ha tomado el espacio que le corresponde. Su valor y reconocimiento están al alza por su valor estético, creativo, ético y documental. Si España es tierra de creadores en los entornos de la pintura no lo es menos en fotografía. Además de los nombres señalados el elenco sería amplio. Es una suerte que los depósitos documentales del Estado alberguen grandes colecciones, una manera firme de preservar y de que la ciudadanía pueden acceder a ellos.
El acopio proveniente de la donación de Nieto supone ocupar el espacio proveniente de un creador intuitivo y amante de la luz, que combina tensión y paz en cada escena, que logra introducir al espectador en el escenario. Sus fotografías no dejan indiferentes. Provocan sonrisa contenida ante el drama de la pobreza captada y la alegría de vivir de sus personajes, pues casi nunca posan y más bien se muestran activos en su sencillez, en sus tareas. Este resultado Nieto nos lo ofrenda “sin complejos”, pues actúa como aficionado a sabiendas de que dispone de “el don de la mirada” (Amando Casado). Y mirar es más que ver, es entrar en la vida y devolverla como espejo a fin de que el observador sea lector, reciba su efecto: el espectáculo dado. Este suceso se brinda en los escenarios de una guerra fraticida, tras las ventanas y en las calles de aldeas humildes, en la alegría de los niños y, siempre, en la colaboración del ser humano en todo escenario.
La figura humana es central en la obra creativa de Vicente Nieto, su elección está impulsada por el firme compromiso con el género humano y debidamente mantenido. Aunque el creador que careció de recursos técnicos y de conocimientos académicos, -hecho frecuente en nuestra historia-, los suplió con su inteligencia, empeño, intuición y mirada electora y lectora.
Elegía y leía los sucesos que le rodeaban y saber elegir es un don propio de los grandes creadores. Vicente Nieto Canedo, leonés por origen y madrileño por elección, supo leer y elegir, acto que engrandeció con la generosidad expresada.
Por Rogelio Blanco Martínez
Casa del cura, Avila, 1959
Con el culo al aire. Irún, 1958
La niña de la lechera. Moral de Calatrava, Ciudad Real. 1956
Boadilla del Monte, Madrid