Miró: La experiencia de mirar

Seattle, 18 de marzo de 2014
La muestra, organizada por el Museo Reina Sofía, está compuesta por pinturas, dibujos y esculturas de los fondos del Museo que exploran la última etapa de Joan Miró (Barcelona, 1893- Palma de Mallorca, 1983).

Las obras de la muestra están realizadas entre 1963 y 1983, momento en el que la pintura y la escultura de Miró inician un diálogo directo entre sí, reflejando un mundo en el que "todo se vuelve insólito, inestable, las formas se engendran y crean la realidad de un universo de signos y de símbolos en que las figuras pasan de un reino a otro, tocan con un pie las raíces que van a perderse en la cabellera de las constelaciones".

La muestra se centra de este modo en la pintura y la escultura que realizó el artista en el último periodo de su vida, cuando se enfrenta con la voluntad de explotar todas las capacidades del lenguaje plástico que había construido en los años centrales de la vanguardia histórica de París, con un sentido de máxima libertad y dominio de los medios de expresión.

La década de 1960, con la que se inicia el recorrido, comienza cuando Joan Miró asiste a la revisión pública de su trayectoria, con motivo de la exposición monográfica de 1959 en el Museum of Modern Art de Nueva York, y la primera gran retrospectiva del Musée National d’Art Moderne en París, en 1962.

Una revisión paralela al repaso íntimo de su propia producción, realizado a partir de 1956, cuando el artista reúne toda su obra en la casa taller de Son Abrines en Mallorca, construida por su amigo el arquitecto Josep Lluis Sert, y se enfrenta físicamente a una obra guardada desde los años de la guerra.

Entonces, lleva a cabo una experiencia artística de introspección y depuración, a través de una nueva etapa en la que su universo creativo llegó a reflejar, paradójicamente, la mayor simplificación y el máximo de significación.

La renovación de su pintura se materializó en el modo de trabajar fondos y soportes, y en el enriquecimiento de su lenguaje de signos plásticos, abordando los grandes formatos, e incidiendo en las posibilidades del gesto y las cualidades del material.

El primer impulso fue el de la meditación y la vuelta al vacío pictórico en 1961, para luego desarrollar una pintura que asumía los conceptos de acción, compromiso y riesgo. Lienzos de espacio abierto a partir de toques fluidos y enérgicos, ligados a lo cósmico, y obras en las que predominaba la simbología de lo humano.

En escultura Miró retomó los conceptos de collage y assemblage de objetos, que había desarrollado en los años veinte y treinta, para realizar, desde la década de 1960, una escultura en bronce, que su objetivo era utilizar los objetos que coleccionaba como punto de partida para la invención de formas escultóricas, de un modo similar a la inspiración en las manchas accidentales sobre el papel como base de su pintura.

Miró: La experiencia de mirar
Seattle Art Museum
Hasta el 26 de mayo de 2014
Organiza el Museo Reina Sofía