Madrid, 5 de noviembre de 2012
San Juan Bautista es la única obra de Tiziano del Museo del Prado que no procede de la Colección Real, sino del Museo de la Trinidad. Llegó en 1872 al Museo como «anónimo madrileño del siglo XVII» y, como tal, fue enviado, catorce años después, a la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Carmen en Cantoria, una localidad de Andalucía.
En un catálogo de la exposición Tiziano en 2003, Miguel Falomir, Jefe de Departamento de Pintura Italiana y Francesa del Museo Nacional del Prado y comisario de la muestra, ya sostuvo que la obra podía ser la copia puntual de un San Juan Bautista de Tiziano perdido. Así, el 3 de octubre de 2007, por orden ministerial, el Museo del Prado levantó definitivamente el depósito para su estudio y este reveló que no era una copia sino un original del artista veneciano.
Características técnicas, como la preparación de albayalde con adición de carbonato cálcico, y la similitud del paisaje con los de otras obras de Tiziano de inicios de la década de 1550, permiten fechar entonces el cuadro del Prado.
El San Juan Bautista del Prado llegó al museo en un lamentable estado de conservación. La magnífica restauración de Clara Quintanilla ha permitido recuperar la legibilidad de la composición al restablecer el equilibrio de la figura con su entorno y, en las áreas menos dañadas (celaje y paisaje), apreciar la grandeza y sutilidad del arte de Tiziano.
La importancia del nuevo San Juan Bautista no es sin embargo tanto estética (ha sufrido demasiado para ello), como documental. De un lado, se ha podido constatar que fue una de las composiciones religiosas de Tiziano más populares en España a tenor del elevado número de copias que se han localizado. Que las más tempranas procedan de Zaragoza y alrededores sugiere que su primer propietario debió residir allí, y probablemente fuera Martín de Gurrea y Aragón, IV duque de Villahermosa (1526-1581).
En segundo lugar, ofrece un testimonio excepcional sobre el modo como Tiziano replicaba sus composiciones. Finalmente, ofrece información sobre los otros dos San Juan Bautista de Tiziano conservados y, en el caso del procedente del Escorial, apuntala su autoría ticianesca, puesta en duda recientemente.
La realización de réplicas en la bottega de Tiziano
Cuando pintaba una obra, y previendo eventuales encargos, Tiziano solía realizar simultáneamente una copia. Esta copia se conservaba en la bottega hasta que Tiziano decidía transformarla en una réplica. Para ello introducía pequeños cambios que la diferenciaban de la composición de la que derivaba y convertían la réplica en un nuevo original. En ese momento se hacía una nueva copia, a fin de guardar un ricordo para eventuales réplicas. El resultado es que no hay dos ticianos idénticos.
Este proceso se observa en las radiografías de las obras que se incluyen en la exposición, ya que muestran invariablemente la composición de la que parten. La radiografía de la última versión, la del Escorial, muestra una composición diferente a la que se ve en superficie, con un santo más musculoso que viste un chaleco de piel de camello abotonada y descansa su mano derecha sobre el pecho, es decir, reproduce la obra del Prado.
De la misma manera, la radiografía del Bautista del Prado deja ver el cuadro de la Accademia, el más temprano. Los tres San Juan Bautista proporcionan el ejemplo más dilatado en el tiempo del modo cómo Tiziano realizaba sus réplicas, pues entre la primera versión (Venecia, h. 1530-32) y la última (El Escorial, h. 1565-70), median aproximadamente treinta y cinco años.
La obra se puede ver, en compañía de los otros dos cuadros citados, en El Prado, hasta el 10 de febrero.
San Juan Bautista, Tiziano. Óleo sobre lienzo, 195 x 127,5 cm, h. 1555, Madrid, Museo Nacional del Prado