La milla de oro
Quince restaurantes, quince, jalonan la milla escasa...
1.400 metros exactamente, que van desde el mismo punto en que se levanta el cartel indicador que informa a los automovilistas que circulan por la N-550 que acaban de llegar a Arcade, hasta el final de la cuesta flanqueada por las últimas casas de la villa, en dirección a Vigo.
Quince restaurantes en el que el rey absoluto es, por supuesto, ese bivalvo de concha rugosa y carne suave que se llama ostra.
Decir Arcade es sinónimo de ostra, y viceversa. Y para demostrarlo ahí están, desde las del Veiramar, al principio, hasta las de La Ruta, al final, varios cientos de mesas donde cada fin de semana se pueden despachar 30.000 ostras. Aunque nadie podría desmentir al que asegure que pueden llegar a 50.000.
¿Y cuál es el mejor sitio para degustar una docena, o dos, o tres... o doce, lo que se denomina una cuerda?. Pues cualquier sitio es bueno. En primer lugar, la calidad de la ostra es similar. Salvo que uno tenga la suerte de conseguir algún ejemplar de la auténtica ostra gallega de Arcade, de las que, como es lógico suponer, a un ritmo de consumo de bastantes decenas de miles por semana, son más bien escasas, las que salen de las cocinas en bandeja nacieron en Francia o Grecia. Aunque si hay que hacer caso del dicho uno no es de donde nace, sino de donde pace, la ostra de Arcade se tiene claramente merecida su denominación de origen. Por otro lado, su precio puede variar según el tamaño de los ejemplares y de los márgenes que la libre competencia permite. En general precios atractivos.
Arcade se encuentra a medio camino entre Pontevedra y Vigo por la carretera nacional 550, cuyo kilómetro 134 se encuentra, precisamente, en el centro del pueblo. El trazado de la carretera ha desplazado hacia sus orillas a los bares y restaurantes que antes estaban en el interior.
Como no es mucho trecho, obviaremos repetir aquí los nombres de los establecimientos. Hay tiempo para pasear y ver. Incluso, y quede aquí reflejado tan sólo como nota exótica, en medio de tanto comedor se ha colado un nigth club bautizado como Divana.
Dada la escasa distancia del primer restaurante al último no necesitaremos el coche más que para acceder al lugar. Una vez allí tendremos suficiente sitio para aparcar en los arcenes de la carretera, salvedad hecha de los fines de semana, donde esta operación se complica un tanto.
Si queremos pernoctar en el lugar, quinientos metros antes de esta peculiar milla de oro tenemos dos hoteles, al lado mismo de una gasolinera y a ambos lados de la carretera. Son el San Luis, de una estrella, y Las Islas, de dos. Tampoco aquí nos faltarán las omnipresentes ostras si queremos disfrutar de un imperial desayuno a la romana.
El extremo de la ría de Vigo, en el que se asienta Arcade, es de una belleza notable. Zona de Rande y San Simón. Foto Turgalicia-guiarte. Copyright