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El espíritu de la Fiesta Galante

En el 320 aniversario del nacimiento de Antoine Watteau, el museo de Bellas Artes de Valenciennes, la ciudad natal del pintor, prepara una atractiva exposición sobre su obra, que refleja el espíritu de las fiestas galantes de hace tres siglos: “Watte

En el 320 aniversario del nacimiento de Antoine Watteau, el museo de Bellas Artes de Valenciennes, la ciudad natal del pintor, prepara una atractiva exposición sobre su obra, que refleja el espíritu de las fiestas galantes de hace tres siglos: “Watteau et la fête galante”.

El evento se vincula con las celebraciones de la cercana ciudad de Lille, que en el año 2004 está poniendo en marcha numerosos proyectos culturales en su calidad de "Capital Europea de la Cultura”. Por cierto, en las mismas fechas, el Palacio de Bellas Artes de Lille presentará otra interesante exposición centrada en Rubens.

EL TIEMPO DE WATTEAU.

El barroco es un estilo originariamente italiano, surgido como manifestación religiosa católica de reafirmación de la Iglesia y como expresión emocional de las creencias. El rococó sería una evolución profana que busca su inspiración en la naturaleza, especialmente en la flora, y que halla un placer especial en la curva. Es un estilo notablemente francés y también marcadamente femenino.

El florecimiento de este estilo tuvo lugar en tiempo de Luis XV, un monarca débil –una sombra de su predecesor, el Rey Sol- que accedió al trono de niño y permanentemente dependió de validos y luego de favoritas. En su reinado triunfó lo coqueto, lo femenino y galante, con un trasfondo bucólico. Era tiempo de arcadias y amores. Era, precisamente, el tiempo que representó magníficamente Antoine Watteau.

EL PINTOR.

El pintor había nacido en 1684 en una familia de comerciantes, en Valenciennes, localidad francesa limítrofe con los Países Bajos. Pronto recibiría lecciones de un tío y de otro pintor mediocre especializado en asuntos religiosos, hasta que en 1702 marcha a Paris, donde trabaja como ayudante de escenografías para la ópera, lo que le marcará en su trayectoria futura.

Para sobrevivir pinta imitaciones de cuadros de escenas populares como las de Teniers y réplicas de obras de temas religiosos que se venden con facilidad. Pasa luego pasó al taller de Claude Gillot, tal vez su principal maestro. Con él Watteau pudo perfeccionarse en el dibujo. La presencia de comediantes italianos en la capital francesa le familiarizó con los arquetipos de la comedia, los arlequines, colombinas y pierrots, que plasmó en alguna obra.

El siguiente paso artístico tendría lugar poco después, al entrar en taller de Claude Audran, pintor real y conservador del palacio de Luxemburgo. Watteau, de esta forma, pudo conocer y trabajar en Versalles. Realizó pinturas decorativas y, sobre todo, pudo investigar las pinturas de Rubens de la Galería de María de Medicis. Rubens sería un artista de influencia decisiva en Watteau.

Pero desencantado de no obtener el reconocimiento público, dejó París y volvió a Valenciennes. Tampoco estaba allí el ambiente que deseaba. Retornó un año más tarde y siguió pintando como un consumado interprete del rococó europeo, con unos lienzos -pocos- hechos con soltura y precisión, aunque partiendo de esquemas profundamente meditados. Académico, desarrolla una obra que le consolidará como pintor de la fiesta galante y mítica.

Hacia 1715 pinta el Embarque para Citérea, isla del amor... es una de sus obras emblemáticas. En las obras de esta época representa habitualmente a un grupo de seres humanos en medio de una masa floral que enmarca el conjunto. Las figuras, excelentemente dibujadas son hombres y mujeres en edad joven, en armonía con su entorno. Su pincelada, trémula e iridiscente, logra un efecto musical.

A finales de 1719, Watteau marchó a Londres. Allí se trató infructuosamente de la tuberculosis. Pintó y destruyó diversas obras. Poco después de su regreso de Inglaterra dejó París de nuevo y se retiró a Nogent sur Marne, donde falleció el 18 de julio de 1721.

No fue muy comprendido. Pocos clientes importantes compraron sus cuadros mientras vivía. Sólo después de muerto alcanzó renombre internacional. Entonces, Federico de Prusia y Catalina II de Rusia mandaron comprar cuadros de su autoría. Pero apenas pasada esta fiebre, sus obras empezaron a tenerse como triviales y amaneradas. Los revolucionarios franceses le identificaron como pintor del Antiguo Régimen.

LAS FIESTAS GALANTES

Refinado, melancólico minucioso, Watteau es el pintor de exquisitas figuras en medio de una exuberante riqueza de paisaje. Son pinturas de bellos seres humanos, hermosamente ataviados, en jardines donde reina la perfección y el sonido alegre de la música. Hay armonía musical en sus obras, una armonía conseguida por el color.

Frente a las alegres fiestas de la pintura flamenca, pródigas en detalles pícaros y mordacidad, en Watteau hay una eterna galantería, en medio de un paisaje calmado donde suena una dulce melodía. Hay un refinamiento, y una poesía ligeramente melancólica. Tal vez la endeble salud del pintor contribuyó a esa melancolía.

Diríamos que las fiestas flamencas tienden a la juerga descarnada, a la francachela, en tanto que las de los grandes pintores italianos remiten a la mitología. Watteau busca un camino intermedio. Es curioso ver la alegría comedida de sus cuadros, la tenue melancolía que rezuman.

Porque las fiestas galantes tienen una atmósfera dual. En ellas hay una mezcla de estilos y tiempos, hay alegría, hay máscara; hay un tiempo de fiesta y otro de retorno. Hay quien sólo ha visto en estos cuadros la parte gozosa e incluso pasional, pero hay también en ella el lado oscuro del tiempo finito, la ocultación y la añoranza.

LA EXPOSICIÓN

La muestra que prepara el Museo de Bellas Artes de Valenciennes tendrá lugar del 5 de marzo al 14 de junio. Se presentarán en ella ochenta y cinco obras, de las cuales una veintena corresponderán al gran maestro local.

Junto a los trabajos de Watteau habrá otras obras de Lancret, Quillard, etc. prestadas de colecciones públicas y privadas de Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, España, Italia, Alemania, Bélgica, Austria, Francia y Suecia, y unidas en ese temática festiva.

Son comisarios de la muestra Patrick Ramade, director del Bellas Artes de Valenciennes, y Martín Eidelberg, profesor en la Rutgers University de New Brunswick, Estados Unidos. El evento esta organizado por el Museo local de Bellas Artes, la Comunidad de Valenciennes con la Reunión de Museos Nacionales de Francia.

Tomás Alvarez

Antoine WATTEAU, L’accord parfait, Los Angeles, LACMA © 2003 Museum Associates/Los Angeles County Museum of Art. Imagen cedida por el Museo de B. A. de Valenciennes.

Antoine WATTEAU, L’accord parfait, Los Angeles, LACMA © 2003 Museum Associates/Los Angeles County Museum of Art. Imagen cedida por el Museo de B. A. de Valenciennes.

Antoine WATTEAU, L’île enchantée, coll. privée Suisse © Droits réservés.imagen cedida por el museo de Bellas Artes de Valenciennes

Antoine WATTEAU, L’île enchantée, coll. privée Suisse © Droits réservés.imagen cedida por el museo de Bellas Artes de Valenciennes

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