Campanario de la iglesia parroquial de Garachico. Foto Guiarte Copyright
La plaza de la Libertad, con su popular templete de madera, es centro de la vida local. Foto Guiarte Copyright
Por Luis Javier Alvarez
Garachico tiene el título de Villa e incluye algunos pequeños núcleos en su municipio, englobando a unos cinco mil habitantes.
La villa fue fundada tras la conquista de la isla y ocupó un puesto destacado en los siglos XVI y XVII por su cualidad portuaria, ya que en ella recalaban los navíos que iban con destino a América y hacia le Península Ibérica.
En los inicios del siglo XVIII fue arrasada por una erupción volcánica. Del 5 al 14 de mayo de 1706 se registró este episodio causado por el llamado volcán de Arenas Negras, que vertió sus coladas hacia la costa alcanzando el puerto de Garachico.
Parte de la villa y el puerto quedaron bajo la lava volcánica y a partir de esta fecha el tráfico portuario se desvió a otros puntos de la Isla de Tenerife, aunque pervivió la actividad pesquera.
Turismo, comercio y actividad agraria, especialmente en los campos más bajos, complementan la actividad económica de Garachico.
Aún hoy hay evidencias del flujo volcánico en la costa local. No es otro el origen de las notables piscinas naturales que hay frente al casco urbano.
Aparte del atractivo de su costa, Garachico presenta también una buena arquitectura civil tradicional y algún centro religioso como la iglesia de Santa Ana, parroquia local, cuyo edificio es originario del siglo XVI y que ha recibido diversas ampliaciones, especialmente a raíz de la erupción volcánica de 1706. Entre sus elementos más llamativos, un Cristo de la Misericordia, realizado con pasta de maíz por indígenas de Nueva España.
El antiguo convento de San Francisco, de bellos claustros, es actualmente casa de Cultura. La iglesia, de llamativa espadaña, es de una sola nave y esta cubierta de artesonado mudéjar.
Del periodo de esplendor de Garachico, antes de la catástrofe volcánica, pervive parte de una fortaleza que dominaba el antiguo puerto, de planta cuadrada y muros oscuros de sillería, en los que destaca una airosa espadaña blanca.
El altivo roque que se alza frente a la villa es un espacio protegido por su riqueza de aves marinas.
Una de las estatuas que hay en la ciudad está dedicada a Simón Bolívar, que según señalan en la localidad, era de origen canario.
Entre las fiestas, las de San Roque, en agosto, y las lustrales en honor del Cristo de la Misericordia.