Iglesia de San Juan bautista, en Turienzo de los Caballeros. Imagen de Tomás Alvarez
Ventanas románicas de la iglesia de Turienzo de los Caballeros. Imagen de Tomás Alvarez
San Miguel lucha contra el Dragón en Turienzo de los Caballeros.. Imagen de Tomás Alvarez
Torreón de los Osorio, en Turienzo de los Caballeros.. Imagen de Tomás Alvarez
Turienzo de los caballeros es uno de los lugares más atractivos de la comarca leonesa de La Somoza, un territorio leonés ubicado en el entorno del monte Teleno, el “Olimpo” de las gentes astures.
Por Tomás Alvarez
La propia denominación de Somoza deriva del latín Sub-montia, bajo el monte, en alusión al espacio dominado por el Teleno, cumbre más elevada del macizo de los Montes de León, con unos 2200 metros de altitud.
El bello nombre histórico de la comarca se está perdiendo suplantado por la denominación de maragatería, una palabra importada modernamente al léxico hispano, derivada de** maragatos**, grupo étnico que habitó en la zona en la antigüedad. Según algunos autores maragato equivale a moro cautivo (así se explica en el Código Calixtino) aunque lo más probable es que sea una palabra derivada del latín. Como está atestiguado en la rica epigrafía romana de la ciudad de Astorga, hace dos mil años se veneraba en la región a una divinidad denominada Marte Sagato. Y lo más probable es que la palabra actual de maragatos tenga ese significado religioso, fieles de Marte Sagato.
Turienzo, pese a su riqueza histórica y artística cuenta en la actualidad con apenas una veintena de habitantes, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. Ocupa un espacio relativamente llano, cruzado por la corriente del río Turienzo, en medio de una zona de suaves montes. Cerca están dos poblaciones también de interés: Rabanal del Camino y Santa Colomba de Somoza.
Las casas –gran parte de ellas habitadas sólo en verano- se hallan diseminadas en medio del verdor. Muchas de ellas aún tienen la hermosura de la construcción tradicional de la zona, y a ambos extremos del lugar hay sendos elementos artísticos destacados. Entre uno y otro, el visitante hallará la calle principal, espaciosa, llena de magníficos árboles centenarios, en lo que constituye sin duda el parque más encantador de esta parte de la provincia leonesa.
En las tardes del verano, cuando el lugar cobra más actividad humana, el paraje tiene el encanto de la vida plácida y natural. En ese espacio, se oyen los trinos de las aves, los muchachos corren en bici por la explanada y los más veteranos disputan una partida de bolos leoneses.
En la parte más occidental del lugar se ubica la iglesia. Es una estampa hermosa, con la sólida estructura del templo dominando un suave otero. La propia complejidad del edificio le otorga un halo misterioso. Se aprecian en el templo restos prerrománicos y una obra románica excelente.
La iglesia fue remodelada en el siglo XVI y especialmente en el siglo XVII, cuando se modificó la espadaña, se hizo la sacristía y el pórtico; aunque lo más impactante a primera vista es la masiva escalera de acceso al campanario, de esta última época. El templo, se dedica a san Juan Bautista, lo que recuerda el dominio de la orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén. Una cruz de Malta, también muestra esa vinculación del pasado.
Lo más bello del edificio, sin duda son dos ventanas románicas bellamente ornadas con motivos vegetales, leones y ajedrezados, con sendas saeteras. En una de ellas destaca un bellísimo relieve en el que el arcángel san Miguel lucha con el dragón.
En la parte opuesta del casco urbano está el torreón de los Osorio, poderosa familia que detentó el marquesado de Astorga. Fue restaurado recientemente y constituye el único resto de un castillo erigido en el siglo XIII, previsiblemente por los templarios.
La Orden del Temple tuvo en aquel tiempo una poderosa encomienda centrada en Ponferrada, cuyos dominios se extendían hacia el oeste por el valle del Valcárcel, y por el este hasta esta zona (Rabanal), donde poseían también importantes espacios para el cultivo y cría de animales.
Recomendable este lugar apartado de las rutas turísticas habituales, pero de facil acceso, donde el viajero sensible hallará un encanto especial. Es uno de los espacios más agradables del oeste peninsular.