Las torres del Monasterio se elevan sobre el paisaje amable de Sobrado de los Monjes. Imagen de guiarte.com
La iglesia, vista desde el claustro de las Caras de Sobrado de los Monjes. Imagen de guiarte.com
Entrada a la Sala Capitular del monasterio de Sobrado de los Monjes. Imagen de guiarte.com
Interior del templo del monasterio de Sobrado de los Monjes. Imagen de guiarte.com
Casa das Audiencias, ante el monasterio de Sobrado de los Monjes. Imagen de guiarte.com

Sobrado (Sobrado dos Monxes) es capital de un municipio habitado por unas 2.000 personas, que abarca varias pequeñas poblaciones de esta parte de Galicia, de un aire marcadamente rural, donde se ubican los pequeños caseríos en medio de bosquecillos y fincas de cultivo.
En este paisaje de acusada sencillez perviven algunos elementos prehistóricos e incluso los restos de un pequeño campamento romano que se hallaba protegiendo una vía que comunicaba la costa atlántica con Lucus Augusta, la actual ciudad de Lugo.
La localidad de Sobrado tiene unos 300 habitantes y por ella discurre una variante del Camino de Santiago que procede de Asturias. En julio de 2015, la UNESCO aprobó la inclusión en su listado de Patrimonio Mundial ciertos trayectos santiagueños del norte de la Península Ibérica, en los que seleccionó determinados monumentos, entre ellos este magnífico monasterio gallego.
El monasterio de Sobrado fue fundado en el año 952 y adquirió pujanza en el siglo XII, al pasar a la órbita de los cistercienses, que ubicaron en Sobrado a un grupito de monjes enviados desde la abadía de Claraval (Francia). 
En el convento se observan estructuras de distintas épocas, desde el románico al barroco. Lo más impactante es la iglesia, una auténtica catedral de acusado barroquismo, que es obra del XVII y XVIII. Tiene planta de cruz latina y tres naves, con una bella cúpula sobre el crucero.
Para el viajero que se acerca el lugar, lo más llamativo es la portada con sus esbeltas torres. La obra es de Pedro de Monteagudo y Piñeiro, arquitecto barroco gallego, autor también del altivo monasterio de Poio en Pontevedra.
Las ambiciosas torres, dejan un menguado espacio al resto de la fachada propiamente dicha, donde destaca una imagen de la Virgen de la Asunción, enmarcada entre elevadas columnas corintias, todo lo cual contribuye a dar un aire de verticalidad al conjunto.
El templo y sus dependencias anejas no se utilizan para el culto. Permanecen vacías, mostrando la calidad de la obra barroca y las impactantes huellas del musgo acumulado en los años de abandono. 
En las dependencias monacales, el visitante puede apreciar distintos espacios, entre los que destaca la magnífica sala capitular. De esta, lo más atractivo es su parte frontal, con sus impactantes arcadas románicas, que dan paso a un espacio amplio abovedado sostenido por cuatro gráciles columnas centrales.
Otro espacio visitable es la cocina monacal, en el centro de la cual se eleva la gran campana de la chimenea.
Los ámbitos conventuales se organizan en torno a tres claustros. El primero, el de la Hospedería, es de inicios del XVI; el central o Procesional era originalmente románico, aunque fue modificado en el XVI y XVIII. Se le denomina popularmente como claustro de las Caras por los medallones que presente en el piso superior.
También es del XVIII el claustro más oriental, denominado como claustro Grande. 
El monasterio fue afectado por la desamortización de 1835 y entró en un periodo de abandono en el que se destrozó buena parte del patrimonio. Ya en la segunda mitad del siglo XX empezaron labores de reconstrucción y en 1966 se reanudó la vida monacal con una comunidad cisterciense, que dedica su tiempo a la oración y el trabajo.
Cerca del monasterio pervive la laguna de Sobrado, construida por los monjes en los comienzos del siglo XVI, para abastecerse de aguas en tiempos de sequía y de peces por la cuaresma. Pasados cinco siglos, la laguna es un bello espacio natural de 10 hectáreas de superficie líquida y rodeada por bosquecillos.
Por Artemio Artigas