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Santo Domingo de la Calzada

Santo Domingo de la Calzada, pueblo de La Rioja. España

Catedral de Santo Domingo de la Calzada. Guiarte.com

Catedral de Santo Domingo de la Calzada. Guiarte.com

El famoso gallinero sacro de Santo Domingo de la Calzada nos recuerda el milagro medieval. Imagen de Guiarte.com

El famoso gallinero sacro de Santo Domingo de la Calzada nos recuerda el milagro medieval. Imagen de Guiarte.com

Puente sobre el rio Oja, en Santo Domingo de la Calzada. Imagen de Guiarte.com

Puente sobre el rio Oja, en Santo Domingo de la Calzada. Imagen de Guiarte.com

Santo Domingo de la Calzada es una pequeña ciudad nacida a la vera de la tumba del santo que le dio nombre, un auténtico caminero medieval nacido en 1.019, en Viloria, cerca de Belorado. Domingo quiso ser benedictino, pero no le admitieron ni en San Millán ni en la Valvanera. A partir de aquel doble contratiempo se dedicó, por libre, a atender a los peregrinos y al cuidado de las infraestructuras.

A su muerte, el santo fue enterrado en la misma calzada por él construida. Hacia 1.120, se empezaron a asentar edificaciones en torno al sepulcro, surgiendo un burgo que en 1.232 sería elevado a la categoría de cabeza de diócesis episcopal.

La ciudad -de unos 6.000 habitantes- cuenta con varios puntos de interés: su catedral, románico-gótico-renacentista, conventos, murallas, palacios y casas solariegas.

El conjunto urbano, de estructura viaria medieval, es tranquilo y evocador. Lo preside la airosa torre de la catedral, separada del templo, barroca, bautizada popularmente como la mejor moza de La Rioja, edificada en suelo excesivamente húmedo, sobre un basamento de chinarro, cal, piedra menuda y cuernos machacados, traídos expresamente de las carnicerías vizcaínas, según documentos de la época.

La catedral, de planta románica, fue edificada con técnica gótica. No es un edificio extraordinario, pero en él han de contemplarse el mausoleo y la cripta del santo, así como el retablo central, de Damián Forment.

Sin embargo, la fama de Santo Domingo no proviene de su arte ni de su historia, sino de un milagro que llegó al refranero y de sendas aves que ocupan lugar preeminente en el templo catedralicio, relevadas cada dos o tres semanas de tan destacado gallinero sacro...

El milagro de Santo Domingo

No hay prodigio más famoso en el Camino de Santiago que el de Santo Domingo de la Calzada, cuando cantó la gallina después de asada, o la historia del ahorcado descolgado.

En el libro de Pablo Arribas sobre los pícaros en el Camino se dedican bastantes páginas, y muy documentadas, a este evento. Según su análisis, la leyenda original vincula el hecho a la ciudad de Toulouse:

Dos peregrinos alemanes pernoctan en un mesón. El propietario del establecimiento introduce una copa en su equipaje y a la mañana siguiente les acusa de robo. Descubierta la pieza en la valija de los viajeros, el juez decreta que pierdan sus bienes en beneficio del posadero y ordena que se ahorque a uno de los dos. Se sacrifica al hijo y el padre continua, penando, camino a Santiago. Regresa treinta y seis días más tarde y encuentra a su hijo vivo, sostenido y alimentado por el señor Santiago. La noticia corre por toda la ciudad y el episodio termina con la muerte del malvado mesonero.

El tema se recoge en diversos documentos. El mismo Alfonso X el Sabio lo cita en Toulouse, y precisa que el mesonero era hereje albigense. Hay leyendas diversas que modifican otros pasajes.

Sin embargo, la versión más conocida es la que situó el hecho precisamente en Santo Domingo de la Calzada. En la historia se introdujo un aditamento amoroso: fue una mujer la que se enamoró del muchacho y, despechada por no obtener reciprocidad, introdujo una taza de plata en el equipaje del desdichado. Ahorcado el joven, los padres continuaron hasta Santiago. A la vuelta de Galicia, trataron de rezar ante el cadáver del hijo, pero se sorprendieron al verle vivo; entonces acudieron al juez para informarle del milagro. Este se negó a creer, afirmando que lo haría si el gallo y la gallina que estaban en el asador cantasen. Al momento, las aves recuperaron la vida y cantaron, y después del prodigio ya no hubo más remedio que descender al joven de la horca y colgar en ella a la moza vengativa.

Este milagro ha sido el más popular del Camino. Retablos, sellos, bulas, literatura piadosa y bufa presentan diversas variaciones del asunto. Leyendas alemanas dicen que el muchacho, germánico, se llamaba Hugonell, y la mujer Beatriz; en Italia se contaba que el peregrino era toscano y de nombre Jacopo, en tanto que la taimada respondía al nombre de Conchita.

Un relato bávaro sitúa el caso en Compostela y dice que las aves eran palomas; un romance esloveno da otras variaciones. Pero la historia que ubica el milagro en Santo Domingo de la Calzada ha primado sobre las otras. Incluso, cuando se representa al Santo Riojano que dio nombre a la ciudad, se hace con la gallina y el gallo al lado, aún cuando la vida de este bienaventurado nada tuvo que ver con esta leyenda.

Para arrojar más dudas sobre la verosimilitud de tal evento, según la tradición, el milagro tuvo lugar el trece de octubre de 1.400. Sin embargo, el Códice Calixtino, escrito casi trescientos años antes, ya lo comenta.

Las aves suplantan a lo divino en esta ciudad. En un ala de la catedral permanece la jaula-gallinero renacentista con un gallo y una gallina vivos, creando algo parecido a una nueva religión en el peregrinaje: el avecentrismo. Antaño, los animales se retiraban de la hornacina durante el invierno, por causa del frío, pero en 1965 se adecuó el apartamento de las aves, con un cristal y una bombilla, para que recordasen el milagro durante todas las estaciones del año.

Tradicionalmente, los peregrinos gustaban de proveerse de plumas. Si no las obtenían directamente, procuraban espantar las aves para ver si se les desprendía alguna en la batahola. Si tampoco tenían suerte, siempre había pícaros que las vendían a un precio ajustado a la calidad del comprador.

Los crédulos viajeros que han dejado testimonios de la visita dan fe de que el milagro fue real. Domenico Laffi afirmó incluso que las aves no comen otra cosa que lo que les dan los peregrinos que van a Galicia, y es preciso que sea pan, que se ha recogido por amor a Dios, que si es comprado no lo quieren, y antes morirían de hambre. ¡Astutas debían ser estas aves, capaces de distinguir entre el pan dado al peregrino por caridad y el comprado!.

Aún sin desplazar a la vieira, el bordón o la calabaza, la pluma blanca de las aves de Santo Domingo fue también distintivo de peregrinación, valorado en toda Europa, incluso como reliquia, por dignatarios eclesiásticos.

Además de cuasi-sagradas, las aves eran pitonisas casi tan famosas como la délfica, que auguraban la calidad del viaje a Compostela. Si las aves cantaban cuando el peregrino entraba en la catedral y comían las migas que les arrojaba el caminante no había duda que el trayecto iba a ser favorable....

Patrimonio artístico de Santo Domingo de la Calzada: Catedral. Siglos XII, XIV, XVI y XVIII.
Murallas.
Convento de San Francisco. Siglo XVI.
Convento de las Bernardas. Siglo XVII.
Palacio del Obispo Juan del Pino. Siglo XIV. Ayuntamiennto. Siglo XVIII. Casas solariegas

¿Dónde está Santo Domingo de la Calzada?

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