El pueblo de San Martín de Castañeda, con el monasterio medieval. Imagen de Raquel Alvarez Canseco/Guiarte.com
Detalle del ábside central de San Martín de Castañeda. Imagen de Raquel Alvarez Canseco/Guiarte.com
Puerta ubicada al pie del templo de San Martín de Castañeda , con el relieve de San Martín y la lápida fundacional. Imagen de Raquel Alvarez Canseco/Guiarte.com
Interior del templo monacal de San Martín de Castañeda. Imagen de Raquel Alvarez Canseco/Guiarte.com
De aquel cenobio, posiblemente de origen visigótico, se conserva poco más que la excelente iglesia románica, de tres naves, con una bella cabecera triabsidial. El resto del monasterio quedó casi totalmente destruido tras la desamortización de Mendizábal, utilizándose sus venerables paredes como cantera para obtener piedras con las que edificar las casas de los pueblecitos de la zona.
El lugar está en una bella comarca, en la orilla norte del Lago de Sanabria, por lo que tiene un notable atractivo turístico que le ha permitido evitar la despoblación, lacra que han padecido otras muchas localidades de la provincia de Zamora.
Uno de los visitantes de este lugar fue en los inicios del siglo XX el escritor Miguel de Unamuno, quien enclavó en este magnífico entorno su obra “San Manuel Bueno mártir”.
En el siglo X llegaría a este cenobio, entonces languideciente, un pequeño grupo de monjes huidos del entorno de Córdoba, encabezados por el abad Juan, que reemprendería la tarea de renovar el centro. Una lápida conmemorativa recuerda aquella refundación del año 921.
La monarquía leonesa impulsó el centro en el siglo XII, ligándolo al poderoso cenobio benedictino de Carracedo, iniciando el periodo de mayor esplendor del monasterio, en el que se construyó la gran iglesia que aún está en funcionamiento como parroquial del lugar, obra que recibió la declaración de Monumento Histórico Artístico en 1931.
El templo es de excelente sillería, con tres naves, un poderoso crucero, y una cabecera con tres ábsides semicirculares, elevados sobre podium y articulados por semicolumnas. También destaca por su sencillez y atractivo el brazo norte del transepto, con una rara arquería ciega de arcos apuntados.
De las entradas, citar la que en el lado sur daba acceso al claustro (del que se conservan escasos vestigios). Esta entrada es muy sencilla, pero bella, con cuatro arquivoltas simples que arrancan de capiteles de motivos vegetales.
Otra puerta es la que hay bajo la espadaña, a los pies del templo. Es una obra rehecha en el siglo XVI, en cuyo tímpano hay un relieve de San Martín, y donde también está la lápida refundacional, sin luda movida de otra ubicación anterior
Tanto el exterior como el interior destaca por una gran sencillez y austeridad decorativa. En general las ornamentaciones son de temática vegetal o zoomórfica.
En el centro monástico funciona el centro de visitantes del Parque Natural del Lago de Sanabria.
Por Artemio Artigas