La iglesia de Puente de Órbigo, dominando el paisaje urbano, en el que destaca el largo puente .Imagen de José Holguera (www.grabadoyestampa.com) para Guiarte.com.
El río Órbigo y vista parcial del puente, desde Puente de Órbigo .Imagen de José Holguera (www.grabadoyestampa.com) para Guiarte.com.

Por este lugar se flanqueaba habitualmente el paso del Órbigo, un rio especialmente caudaloso en las épocas invernales. Los periodos de grandes lluvias y nieves en la cordillera Cantábrica ocasionaban unas inmensas crecidas que inundaban buena parte del valle. En la actualidad, los embalses han regulado en parte estas diferencias de caudal y la corriente de agua es relativamente uniforme a lo largo de las estaciones.
Esas inmensas crecidas del pasado justifican la largura del puente, con 21 arcadas, y justifican también la heterogeneidad del mismo. Entre los arcos los hay romanos, medievales, renacentistas y aún del siglo XIX. Las masas de agua en los inviernos más duros eran las responsables de que a veces se destruyese parte de la obra.
El río fue fue aquí escenario de cruentas batallas en tiempos diversos. Tras el ocaso del dominio de Roma, visigodos y suevos pelearon en esta zona (452), al igual lo harían más tarde árabes y cristianos.
Durante la Edad Media, con el crecimiento del flujo peregrino hacia Compostela, el puente adquirió importancia. En torno a él se instaló la orden de San Juan de Jerusalén, que desde Puente controlaría buena parte del valle del Órbigo. 
Se tiene constancia de que los Hospitalarios ya estaban en el lugar hacia 1173 y que ellos impulsaron el surgimiento de la localidad de Hospital de Órbigo, en el otro lado del puente, donde regentaron un hospital que funcionó hasta 1850.
Si el puente era uno de los más famosos del Camino de Santiago, en torno a él se celebró un hecho de armas en la Edad Media que fue famoso en toda Europa, un torneo, el Paso Honroso, que Suero de Quiñones planteó en 1434 en honor de su dama.
El caballero se posicionó en el puente y desafió a todo aquel que pasara por él, con intención de mantener el paso hasta que rompiese 300 lanzas de su adversarios.
El desafío duró un mes, y luego don Suero peregrinó a Santiago. Se dice que el hecho de armas pudo inspirar a Cervantes, quien transformaría el Quiñones en Quijote.
Ante el famoso puente se unen dos ramales del Camino de Santiago, uno que sigue la carretera 120, y otro que discurre paralelo a esta pero poco más al sur. Justo al lado del arranque del puente está la iglesia local, dedicada a Nuestra Señora, con una bella espadaña de ladrillo.
Por Artemio Artigas