La vieja ermita es uno de los edificios más bellos de Móstoles. Foto guiarte. Copyright
Algunos grafitti tienen calidad, como estos, del concurso de pintadas. foto guiarte. Copyright
Móstoles es un pueblo manchego transformado –por obra y gracia del desarrollismo- en una aglomeración urbana de más de 200.000 habitantes, con lo que se sitúa como segundo municipio madrileño detrás de la propia capital. Ese crecimiento ha sido absolutamente incontrolado y especulativo.
Algunos textos hablan de posible origen romano de la población. Se considera indicio de antigüedad el hecho de que tradicionalmente haya pertenecido a la jurisdicción de Toledo.
En cuanto a su nombre, Móstoles pudiera derivar mustum olei mosto de aceite, lo que induce a pensar que ya tiempos romanos esta tierra se dedicaba al cultivo oleícola.
Situado a menos de 25 kilómetros de Madrid, al suroeste de la capital, a la vera de la carretera, ahora autopista, que conduce hacia Extremadura, desde los años sesenta ha vivido un frenesí constructor que ha acabado con el aire de poblachón de aire manchego.
Móstoles tenía 1.550 habitantes hacia 1840, cuando se elaboró el Diccionario de Madoz; en el año 1900 andaba por los 1.344, y llegó a 1950 con 2.082.
En tiempos de Madoz, primera mitad del XIX, se describía la población como villa de clima destemplado, con sendas alamedas y algunas fuentes, amen de la corriente del río Guadarrama, que se cruzaba por un magnífico puente de piedra berroqueña. Los habitantes – 260 vecinos- eran agricultores, dedicados a la producción de cebada, trigo, centeno, algarrobas, habas y garbanzos de alta calidad; un poco de vino, algo de aceite y buenas hortalizas. Entre la ganadería había lanar, mular y vacuno, y como industria un molino de aceite y un tejar.
Aquella tranquila población agraria perduró sin grandes cambios hasta 1950. Desde esta fecha, en una carrera desenfrenada e incontrolada ha multiplicado por cien el volumen de su población.
Como una explosión pirotécnica, la red urbana ha crecido en todas direcciones y al unísono. Se han hecho pisos sin dotaciones urbanas; sin respeto al entorno; sin coordinación ni calidades. Así, pasear por la ciudad es una experiencia distinta a la que el turista puede tener en muchas de las zonas de la provincia.
La tierra del graffiti La suciedad reina en general; las obras nunca acabadas dan sensación de una eterna improvisación; los desajustes urbanísticos son notorios; el mobiliario urbano está roto por el gamberrismo y las pintadas.
Si algo distingue a Móstoles es el espíritu de la pintada. En los bajos de toda la ciudad resulta difícil encontrar un metro cuadrado que aún no haya recibido su correspondiente pintada; las más de ellas sin arte alguno.
Para sublimar como arte esta vocación transgresora, el propio ayuntamiento ha convocado un concurso de pintadas desde el 2001: el Certamen Nacional de Graffiti del Ayuntamiento de Móstoles.
La iniciativa ha sido criticada por los más conservadores. Consideran estos que las pintadas son uno de los principales problemas que padecen las fachadas de los inmuebles del municipio; la ciudad está degradada, tanto los edificios públicos como privados están deteriorados: Móstoles parece el Bronx.
Los monumentos
Como monumento más importante del lugar cabe situar a la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. La historia ha sido cruel con este edificio, originariamente mezquita en el siglo IX, mutilada y remodelada en nuestro siglo con un mal gusto que raya en lo meritorio. Lo mejor es el ábside semicircular, mudéjar, y la torre del mismo estilo.
Más suerte ha tenido la ermita de Nuestra Señora de los Santos, la patrona de Móstoles, hecha en el lugar donde nació el beato Simón de Rojas. Tiene un retablo barroco del siglo XVIII. Es obra de inicios del XVII, que se conserva en general buen estado, en medio del desajuste urbanístico.
Entre la obra menor cabe señalar la Fuente de los Peces, de mediados del siglo XIX, ubicada en la popular Plaza del Pradillo, y que presenta un par de peces de bronce apoyados en un centro prismático de granito, que arrojan agua a una pileta octogonal.
Cercano a ellos se instaló el Monumento al Alcalde de Móstoles, Inaugurado en 1908 por Alfonso XIII al cumplirse los cien años del levantamiento del pueblo, encabezado por Andrés Torrejón, alcalde del lugar. Móstoles fue el primer pueblo de España que se levantó contra los franceses en 1808.
Como es habitual en muchos otros pueblos del entorno de Madrid, el lugar también ha sido adornado con las ordinarias e insulsas fuentes habituales de las diversas rotondas.