El castillo de la Mota, en Medina. Foto guiarte. Copyright
La sólida torre de la colegiata de San Antolín, junto con un busto de Isabel la Católica, una reina vinculada a la historia local. Foto guiarte. Copyright
Para la mayor parte de los viajeros, Medina del Campo es una población de la provincia de Valladolid, situada a la vera de la autopista que une Madrid con La Coruña, la histórica Nacional 6, y que destaca en medio de los secos campos castellanos por su magnífico castillo de La Mota.
Pero es mucho más.
Medina del Campo es un lugar cargado de historia. De pasado romano y árabe, la ciudad tomó vigor en el tramo final de la Edad Media, cuando su Feria se posicionó a la cabeza de las actividades económicas de la Península Ibérica.
Urbe amada por Isabel la Católica, padeció en tiempos de las guerras comuneras y declinó a medida que el peso de la actividad económica de España se trasladaba hacia el sur y el Atlántico (auge de Sevilla y el trráfico con América) y la decadencia económica se cebaba en el reino desde tiempos de Felipe II en adelante. En un cerro cercano al río Zapardiel se alza el Castillo de la Mota, una construcción básicamente del Siglo XV. El castillo de la Mota, de ladrillo rojizo y apariencia mudéjar es un edificio medieval, con importantes reformas en tiempos de Juan II y los Reyes Católicos. Con doble hilada de muralla y una airosa torre del Homenaje, fue sólida prisión de estado donde penó, entre otros, el caudillo Cesar Borgia.
El punto central de la ciudad es la Plaza Mayor, rectangular y amplia, donde se celebran las ferias que dieron fama europea a Medina desde el siglo XIV. Los viejos nombres de las aceras (Armería, Joyería, Especiería, Mercería, etc) recuerdan la actividad comercial. En uno de sus ángulos se encuentra el Palacio Real, donde murió Isabel la Católica. A su lado están el ayuntamiento, y la iglesia de San Antolín.
El templo de San Antolín es obra de los Gil de Ontañón, del XVI. Tiene tres naves y un buen retablo plateresco. En una de sus capillas tiene una Piedad de Juan de Juni. En el exterior una airosa balconada y la sólida torre que preside la vida de la plaza.
El ayuntamiento es barroco y tiene una buena balconada.
Entre los edificios civiles hay que citar también el palacio de las Dueñas, renacentista, ligado a una familia hacendada local, con un bello patio. Es obra de Luis de Vega, arquitecto de Carlos V, construido a instancias del primer Consejero de Indias Dr. Diego Beltrán y actualmente se dedica a instituto.
Edificio notable, más aún por su dedicación que por su estructura, es el de la Carnicerías Reales, del siglo XVI. Es obra renacentista; mercado de carne y aún hoy mercado de abastos.
También hay que citar la Casa Blanca, villa de recreo renacentista.
Entre los edificios religiosos también hay que mencionar a la iglesia de Santiago, perteneciente al que fue Colegio de Jesuitas. Es de los primeros templos de esa orden, del siglo XVI.
También hay que enumerar los conventos de San José, la magdalena y Santa María la Real.
Por último, el notable Hospital de Simón Ruiz, hecho en el XVI-XVII, por encargo de Simón Ruiz, un hacendado cambista. Es herreriano, un edificio cuadrangular de ladrillo, con un excelente patio e iglesia de cruz latina.
La ciudad tiene unos 20.000 habitantes, pero por desdicha padece de un urbanismo caótico y una edificación que –en buena medida- no corresponde a la categoría ni al estilo de esta vieja urbe. Como zona de rica historia, y en medio de territorios donde ha habido buen trigo y buenos vinos, Medina puede ofrecer al viajero viandas tradicionales.
Es popular el tostón asado. También se recomiendan los guisos de carne y los embutidos. Los vinos son buenos.
Tiene la ciudad algunas actividades culturales, como un festival cinematográfico y un museo de las Ferias, en un viejo y noble edificio (Calle de San Martín, 26)