Laufenburg

Artemio Artigas
El pueblo, a la orilla del Rin, tiene notable sabor y se arracima en torno a una pequeña montaña, coronada por un castillo, desde la que se dominaba el paso del río, que aquí era estrecho y torrencial.

El nombre del lugar deriva de Louffen, que significa rápidos, y alude a la peligrosa corriente del Rin, serenada hace tiempo, con la construcción de un embalse del agua para explotación hidroeléctrica.

La ciudad, que fue austriaca hasta la época napoleónica, tuvo un castillo de la nobleza local, originario del siglo XII, que quedó arruinado en la guerra de los Treinta Años, siglo XVII. Perduran en lo alto de la colina una serie de muros semiderruídos y un torreón, desde donde se tiene una excelente vista del entorno.

Al lado del castillo se levanta la iglesia parroquial, St. Johann, originariamente gótica pero muy transformada en el siglo XVIII con añadidos barrocos de cierto interés, que eleva su torre, orgullosamente sobre el caserío.

Hay varias torres más, testimonio de las murallas que tuvo el pueblo, y excelentes casas de porte noble, como la del Ayuntamiento, de aires góticos.

Justo enfrente del Laufenburg suizo, se halla otra villa homónima, alemana. Son originariamente el mismo lugar, y tienen un aire semejante, lleno de encanto, con sus casas de porte elevado arracimadas junto a la corriente del río.

Un puente peatonal une los dos burgos, una tentación para el paseante, que puede gozar de la belleza desde cualquiera de los lados de la corriente.

Cerca del arranque del puente, enfrente del ayuntamiento, se halla la oficina de turismo local, en la que le pueden informar sobre paseos organizados y eventos.
http://www.laufenburg.ch/