GENALGUACIL: UN MUSEO HABITADO
Por Rogelio Blanco Martínez
En el Valle del río Genal, en el Pasaje Natural de los Reales de Sierra Bermeja y en plena Serranía de Ronda, se encuentra la pequeña población de Genalguacil, habitada por seiscientos habitantes.
Entre montes poblados de olmos, castaños, alcornoques y pinsapos, pertrechada sobre una ladera orientada al poniente, calles estrechas y tortuosas, iluminada por la reverberación del sol sobre las blancas paredes o de la luna mediterránea, discurre la vida de los pobladores.
De la recolección de las castañas, del corcho, de los olivos, la madera y de otras actividades como el turismo viven sus gentes. Genalguacil que recibe su nombre árabe de Gen-al-wazir (jardines del visir), ocupa un lugar de privilegio natural, de ahí que de siempre estuviera habitado.
La proximidade del mar y la abundante pluviosidad consolidan un oasis vegetal y térmico que bien confirman el significado de su nombre árabe. Agua y rumor, sol y cal, verdor y silencio crean un espacio con especies endémicas de medio centenar de especies vegetales, caracterizado como interesantes por su rareza. La especie más significativa es el pinsapo, descubierto en 1837 por el suizo E. Boissier, un fenotipo resinoso singular y emblemático. Por lo tanto el entorno vegetal concede al pueblo una singularidad que ya bien podríamos denominar de alto interés ecológico, una reserva, un museo natural.
Y de espíritu, y no sólo museístico si de preservar se trata, sino también creativo se ha inundado el pueblo desde 1994. En este año, siendo alcalde Fernando Centeno, surge una propuesta: “Reunamos a una serie de artistas, lo más heterogéneos posible. Situémoslos en un lugar lleno de sugerencias, rodeado de naturaleza y dentro de una pequeña comunidad viva. Démosles medios y dejemos que trabajen, creen, convivan, intercambien opiniones e ideas, y cuando acabe la experiencia, que las obras así concebidas y realizadas queden allí, formando parte del lugar, de sus calles, sus casas, su paisaje, su memoria, sus vidas... que se repita la experiencia año tras año con otros artistas y que el pueblo entero, sus niños, adultos y viejos, participen colaborando y haciendo sus propias obras de iniciación, que se formen talleres permanentes, posibles vacaciones, opciones profesionales, y que los visitantes también participen y descubran éste pequeño pueblo del valle del Genal, no tan sólo por su belleza natural, sino como un punto de encuentro en torno al arte. El arte que es cosa de todos”.
Suficiente semilla para que calara hondo en el elan artístico de numerosos creadores nacionales e internacionales, quienes desde los diversos ámbitos creativos, haciendo uso de multitud de soportes foráneos o autóctonos, dando muestras de diversas tendencias y tras seis convocatorias ejecutadas en agosto, han dejado plasmada su huella y sus pasos, su afán creativo en esta localidad. Ya son un centenar de pintores, escultores, fotógrafos, ceramistas los que han dejado su impronta. El municipio durante la quincena del encuentro les dota de cuanto necesitan. A cambio la obra se incorpora patrimonialmente al municipio y de acuerdo con su materialidad quedan expuestos a la intemperie o pasan al acopio expositivo del museo municipal de próxima inauguración. Resultado: calles y esquinas, plazas o rincones, paredes o tejados de Genaguacil han convertido la localidad en un museo al aire libre, amén del acopio pictórico o sobre otros soportes más exigentes que se recogen en el citado museo.
Pero el éxito de la convocatoria no es sólo el resultado de una veleidad artística del regidor de la localidad y corporación; ni tampoco la recepción por parte de los artistas para acceder desde lejanos puntos a la convocatoria, sino, en opinión del que escribe, el éxito de esta iniciativa lo concitan los habitantes del pueblo, quienes participan puntualmente durante el encuentro en talleres de cerámica y colaboran con los artistas, están solícitos para aliviar su sed y, sobre todo, el resto del