La poderosa imagen de la iglesia local. Fotografía de http://geo.ya.com/gecogar/
Por Laura Barroso Manrique
SITUACIÓN La villa de Gálvez situada a 31 Km de Toledo en terreno llano y elevado, entre las sierras de Puerto-Milagro, Puerto-Marches y El Castañar. A su espalda, se puede contemplar la desnuda silueta de la serranía que se eleva bruscamente ofreciéndonos toda su esencia: bosques, montes y cumbres, que bien merecen una parada del viajero.
Se accede desde Toledo a través de la C- 401 y desde Ciudad Real a través de la C-403.Pertenece a la comarca de Los Montes de Toledo, siendo considerada como el portal de los mismos.
HISTORIA
Para determinar los orígenes de Gálvez, tenemos que remontarnos a la prehistoria. Los núcleos de los que arranca, están centrados en el río del Torcón y en Alpuébrega, antiguo asentamiento humano que se cita como villa, por primera vez, en un documento de la Edad Media. Esta zona era ideal para la vida estable, se contaba con agua y valles de gran fertilidad, donde han aparecido restos de cerámica ibérica, la más antigua de la zona y fragmentos de la edad de bronce.
Han sido muchos los pueblos que abandonaron su asentamiento primitivo a orilla de ríos y arroyos. Los moradores de Alpuébrega dejaron aquellos valles y bajaron hacia las extensas llanuras, en busca de tierras de cultivo, creando un nuevo poblado: Gálvez, donde han aparecido restos que atestiguan su antigüedad.
Hay detalles que evidencian la vida romana en Gálvez. La aparición en la zona de ladrillos, ánforas, un capitel, una estela, monedas… revela el origen hispano-romano de esta población. Por la vieja Alpuébrega, situada en el margen derecho del arroyo pasaba un camino romano secundario que comunicaba Toledo con Mérida. La primera mención escrita de estos restos de origen romano en término de la localidad es del siglo XIV.
La villa fue cabecera del Señorío de los Suárez de Toledo, de cuya casa todavía quedan restos, conservando una de una las torres de lo que fue un palacio o casa fuerte edificado junto a la Iglesia.
Cuándo Carlos V se quiso retirar y dejar las riendas a su hijo Felipe II, mandó buscar un lugar sano para su reposo, se le propusieron la villa de Gálvez y después la extremeña de Yuste, el monarca no acepto la villa toledana por su proximidad a Toledo, donde se encontraban las Cortes, y se le molestaría con constantes visitas.
Gálvez es una zona de cultivos con un ecosistema muy rico. Dada la ausencia de árboles y arbustos, propios del bosque mediterráneo, talados para conseguir zonas de cultivos y a la orografía del terreno su clima esta sujeto a oscilaciones, siendo de carácter continental.
Aunque pueda parecer un paisaje desolado, este ecosistema encierra una gran riqueza de fauna, destacando el grupo de las aves como el aguilucho, el cernícalo, el sisón, la perdiz y otras cada vez más escasas como la avutarda. Entre los mamíferos se encuentran la liebre y el conejo
Tradicionalmente Gálvez ha sido un pueblo dedicado a actividades agropecuarias y artesanales. Destacan las explotaciones dedicadas al porcino y al monocultivo del olivo, dando lugar a una importante industria famosa por su chacinería, su aceite de oliva con D.O. Montes de Toledo; sin olvidar la elaboración de productos como el turrón, mazapán, pasteles y también el vino clarete y el queso artesano de oveja.
En la localidad se levantan varias empresas relacionadas con la confección y con el mueble, basada esta última en una tradición artesanal y que hoy en día abarca diversidad de estilos ( provenzal, castellano…) y diferentes tipos de maderas ( castaño, pino, haya…).
La variedad en el patrimonio y la belleza de los paisajes en el entorno, hacen de Gálvez un lugar idóneo para que el viajero disfrute de un interesante panorama turístico que invita tanto al ocio como al conocimiento cultural.
Aquí el visitante puede encontrar todos los servicios: hoteles, restaurantes, tiendas, bares, discotecas y una Oficina de Información Turística donde se le ayudara a conocer la oferta de turismo rural de