Iglesia de Fonfria (Lugo.Imagen de José Holguera (www.grabadoyestampa.com) para Guiarte.com.
Fuente en Padornelo (Lugo).Imagen de José Holguera (www.grabadoyestampa.com) para Guiarte.com.

Estos pueblos que se suceden desde El Cebreiro son diminutos y se alinean en las alturas de la sierra de Rañadoiro, dominando un paisaje montuoso y verde, sometido a una climatología harto cambiante, en la que puede aparecer la ventisca o la niebla, en cualquier época del año.
En medio del trayecto, entre Padornelo y Fonfría queda el alto de Poio que cuenta con 1337 metros de altitud. A partir de él y hasta Santiago de Compostela toda la ruta santiagueña es un subibaja en el que se alternan montes y valles, siempre verdes, aunque ya menos fragosos que los que se superó en las etapas anteriores para dejar atrás la submeseta norte española y los montes leoneses.
El alto de Poio marca la divisoria de las cuencas cantábrica y atlántica, y siempre fue una zona áspera para el peregrino por lo que estuvo en algún momento controlado por la orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, volcada en el medievo en ayuda a la peregrinación, primero en Jerusalén y luego en la Europa del sur. Esa aspereza del territorio, desde luego, no resta belleza al paisaje. 
Las aldeas siempre vivieron en el límite de la necesidad, con una economía basada en la ganadería y una agricultura de subsistencia. Pero esa ajustada economía no era impedimento para la existencia de instituciones hospitalarias, tradicionalmente austeras. En Hospital de la Condesa, En Padornelo y en Fonfría hubo hospitales desde la antigüedad.
En Padornelo, el viejo hospital estaba al lado de la iglesia actual, un humilde templo de espadaña, originario del siglo XV y dedicado a san Juan, lo que recuerda al viajero que estuvo bajo el dominio de la orden de San Juan de Jerusalén.
También está dedicada a san Juan la iglesia de Fonfría, lugar que ya está en el descenso hacia Triacastela. La iglesia es originaria del XVI pero remodelada en tiempos posteriores, especialmente en el siglo XX. Es el clásico templo humilde, con cubierta de pizarra a dos aguas y espadaña sencilla.
En el lugar, documentado ya en el siglo X (Fontem Frigidam) hubo desde la antigüedad hospital de peregrinos, y actualmente tiene servicios de restauración y albergue.
Por Artemio Artigas