Muchos peregrinos terminan el viaje en Finisterre, contemplando la puesta de sol. M.F.Miranda/Guiarte
Monumento al emigrante, ante el puerto de Finisterre, La Coruña. Imagen de M. Fernández Miranda/guiarte.com
Pequeña playa y castillo de San Carlos, en Finisterre(La Coruña). Imagen de M. Fernández Miranda/guiarte.com
Puerta románica en la iglesia de Santa María, Finisterre, La Coruña. Imagen de M. Fernández Miranda/guiarte.com
El faro de Finisterre es uno de los lugares más visitados de Galicia. Imagen de M. Fernández Miranda/guiarte.com
Por Artemio Artigas
Finisterre (en gallego Fisterra) deriva del latín y equivale a final de la tierra, definiendo en punto escarpado en el que la tierra se junta con el océano. Hoy también se entiende como Finisterre la población que ocupa esta zona mítica para la navegación.
El lugar –de unos 4.000 habitantes- está justo a unos 100 kilómetros al oeste de Compostela, y por ello muchos de los viajeros que acuden ante la tumba del apóstol continúan una etapa más para ver cómo la tierra se funde con el océano, contemplar la puesta del sol y a veces quemar el calzado con el que han recorrido centenares de kilómetros.
La historia nos dice que el propio Décimo Junio Bruto, general romano que conquistó parte de Galicia y que por ello recibió el apelativo de Galaicus, llegó hasta aquí y contempló con veneración la puesta del sol. Entonces ya era Finisterre un punto geográfico rodeado de cierta sacralidad.
Toda esta zona estuvo habitada antes y durante la dominación romana y entró en el ámbito de la peregrinación a Santiago desde tiempos medievales; ya entonces está datada la existencia de un hospital de peregrinos.
El punto más visitado es el entorno del faro, una referencia importante de la llamada Costa de la Muerte, famosa por sus aguas revueltas y peligrosas en épocas de temporal, en las que se registraban multitud de naufragios. El faro actual es del siglo XIX.
Esa vocación de punto importante de la navegación se atestigua también por la existencia de un fuerte, el castillo de San Carlos, hecho en tiempos de Carlos III. Este sencillo fortín ya no tiene carácter militar; ahora es un museo dedicado a la pesca, en el que se recuerdan las labores de los hombres del mar y la historia de naufragios de la Costa de la Muerte.
Hay una iglesia destacada, la de Santa María, que tiene parte románica, gótica e incluso barroca. Lo más notable son los restos románicos y el Santo Cristo, muy venerado en la zona, de origen medieval y enmarcado en un altar barroco.
También hay en el lugar un pequeño templo barroco dedicado a la Virgen del Buen Suceso. Es del siglo XVIII y tiene a su lado el clásico crucero, ya corroído por el paso del tiempo y la humedad marina.
Finisterre cuenta con un puerto, uno de los más activos de Galicia, y una lonja pesquera. Cerca del puerto está el monumento al emigrante, que recuerda a la multitud de hombres que dejaron esta tierra para ganar su sustento en América, en especial la Argentina. Es de finales del siglo XX.
Tiene Finisterre algunas playas, las mayores las de Rostro y Langosteira. Otra playa bella es la de Mar de Fora, aunque es de aguas más peligrosas
Entre las festividades, las del Carnaval (Entroido) y Semana Santa. En verano hay otras celebraciones festeras de implantación relativamente reciente, además de las populares fiestas de la Virgen del Carmen.
Hay una variada oferta de hospedaje. Además, como pueblo costero y con puerto… la gastronomía se basa en el pescado. En Finisterre tienen buena fama los mariscos y en concreto el longueirón (especie de navaja) al que se le dedica una fiesta culinaria, incluso. Obviamente, en el lugar se pueden disfrutar también otros productos gallegos, desde las carnes a las variadas empanadas.