Castillo de Evoramonte. Guiarte.com/Ana Alvarez
El viejo pueblo de Evoramonte está rodeado por una magnífica muralla. Guiarte.com/Ana Alvarez
La calle principal del viejo Evoramonte, con sus humildes casas. Guiarte.com/Ana Alvarez
Por Artemio Artigas
Evoramonte, con unos cientos de habitantes, es una freguesía de Estremoz, y se divide en dos núcleos: El Evoramonte histórico, que domina una cumbre, y el nuevo Evoramonte, que se ubica bastante más abajo, al lado de la carretera N18.
Se trata de una de las visiones más espectaculares de los recintos fortificados de Portugal, por su mole geométrica y el lugar en el que se ubica: uno de los puntos más elevados de la Sierra de Ossa.
El castillo es una magnífica mole cuadrangular. Originario del siglo XII pero rehecho en el XVI, tras un terremoto; de estilo manuelino.
Es de piedra granítica, con cuatro torreones de forma circular y rodeado perimetralmente por dos inmensas cuerdas de piedra, lazo que representa a la Casa de Braganza.
En la cima del monte, al lado del castillo, se halla un pueblecito enmarcado por murallas. Se trata de un sencillo pueblo calle, con sus casas humildes, su iglesia y un cementerio que se asoma hacia el extremo sur.
Las murallas cercan este lugar de indudable atractivo, pese a su humildad. Aparte de la iglesia del viejo casco urbano, hay otra pequeña ermita en el camino de bajada hacia la Evoramonte moderna; todo con un encanto a medio camino entre la ruralidad y la grandeza histórica.
Una de las sencillas casitas del viejo casco nos recuerda que en ella se firmó en el año 1834 la Paz de Evoramonte ( Convención de Evoramonte) que puso punto final a la guerra entre miguelistas y liberales portugueses.
Se trata de una lucha, similar a la que vivió España en su tiempo, en la que dos troncos familiares se disputaban el trono.
Miguel I de Portugal fue reducido al Alentejo, y se centró en Evoramonte para una nueva batalla, pero las fuerzas eran tan dispares que acabó pidiendo un armisticio que le llevaría al extranjero y le alejaría definitivamente sus pretensiones a la monarquía portuguesa.