Imagen de las airosas torres del templo parroquial. Inma Roig-guiarte. Copyright
La Cruz Cubierta. Inma Roig-guiarte. Copyright
La ciudad de Valencia está rodeada por un fértil cinturón verde salpicado por un buen número de poblaciones, dispuestas a escasa distancia entre ellas. A ocho kilómetros de la capital y muy cerca del mar, se encuentra Almàssera.
A esta localidad, que hace poco inscribió a su vecino número 6.000, puede accederse desde la A-7, la Nacional 340 y la línea 3 del Metro de Valencia. A pesar de su cercanía a la capital, encontraremos extensas áreas de cultivo y numerosas alquerías, las construcciones de origen musulmán que comenzaron siendo pequeños asentamientos, dotados en ocasiones de torres de defensa, en los que el agua siempre estaba presente, reconvertidas actualmente en espléndidas residencias de algunos afortunados.
Las torres de la Iglesia Parroquial del Santísimo Sacramento, destacan entre el resto de edificaciones de la localidad. Levantada a finales del siglo XIX, esta construcción de estilo neoclásico cuenta con un imponente Altar Mayor, decorado con gran profusión de frescos, entre los que destaca una obra de Antonio Cortina, pintor nacido en Almàssera. Adentrándonos en uno de los laterales del Altar Mayor se encuentra una Capilla, decorada con pinturas al fresco, donde se conserva la arquilla que, según la tradición, sirvió para transportar las Sagradas Formas que “els peixets” salvaron del Carraixet.
Así es, en Almàssera tuvo lugar un milagro eucarístico, conocido sobre todo en nuestra Diócesis, llamado “El Miracle dels Peixets” o Milagro de los Peces. De acuerdo con una narración, transmitida de generación en generación desde el siglo XIV, en el año 1348 el cura de la vecina Alboraia acudió a la llamada de un hombre enfermo que vivía en Almàssera y deseaba se le administrara el sacramento eucarístico. Desatada una tormenta, cura y caballería cayeron al Barranco que separa ambos pueblos y, desafortunadamente, también las Sagradas Formas. Los milagrosos animales las rescataron del agua, dando lugar a este extraordinario suceso que forma parte de la tradición de las gentes de L´Horta y es un referente importante de la espiritualidad bajomedieval valenciana.
Dejando de lado lo religioso, Almàssera cuenta con algunas edificaciones de notable interés, entre las que destaca la cruz cubierta, situada a la entrada de la población, junto a la Nacional 340. Erigida en el siglo XIV ha sido reconstruida en varias ocasiones y cuenta con un interesante artesonado en buen estado de conservación. Asimismo, en la Plaza Mayor se encuentran algunas viviendas -imagen izquierda-, con interesantes fachadas revestidas de cerámica y el Ayuntamiento, que ha sido objeto de varias rehabilitaciones. Ubicado a las afueras del casco urbano nos podemos topar con una construcción, levantada con el fin de albergar el Matadero Municipal, hoy reconvertido en Museo de L´Horta. Allí, utensilios de trabajo y vetustas fotografías ilustrarán al visitante sobre costumbres y forma de vida de estas gentes sencillas que amaron la tierra por encima de todo. ¡No es de extrañar!, al fin y al cabo vivían gracias a ella.
Dar un relajado paseo por las estrechas calles de su casco antiguo puede transportarnos a tiempos pasados. Tiempos de convivencia entre cristianos y musulmanes; tiempos en los que los edificios sólo tenían una altura; en los que al lado de la casa siempre había una acequia. De hecho, aún hoy podemos encontrar muchas de esas edificaciones típicas y campos, muchos campos, atravesados por canales de riego de origen musulmán por los que discurren las aguas de tres importantes acequias de la Vega de Valencia: Rascanya, Montcada y Tormos.
Ahora bien, tras este recorrido por el núcleo urbano de Almàssera y su huerta circundante, debemos ir pensando en escoger entre las esmeradas creaciones del conocido Restaurante “La Lluna” o las más tradicionales, pero no por ello menos sabrosas recetas que podemos degustar en los numerosos establecimientos de la población, que nos ofrecerán entre otras delicias “fabes amb butifarra” y “titaina”. Aunque, si deciden visitarnos la última semana de agosto, encontrarán unas Fiestas Patronales en las que, además de solemnes procesiones (Corpus Christi, Cristo de la Fe, San Isidro Labrador, etc) se celebra un acto lúdico-gastronómico de primer orden: “Les Calderes” o “arroç amb fessols i naps”, una comida contundente elaborada a base de arroz, alubias, nabo, carne de ternera y de cerdo y morcilla, que se guisa en la Plaza Mayor de Almàssera y de la que podrán disfrutar – ¡también del vino!- de forma gratuita. Tras dar cuenta de las viandas, los de Almàssera se mojan unos a otros con agua, como manda la tradición, para combatir los calores provocados por el sol, por la comida, y…por pura diversión.
¡ Quedan invitados!.
Por Inma Roig historiadora con diveros libros publicados sobre esta población.