Madrid, 1 de febrero de 2012
La obra ya estaba en poder de la monarquía española en el siglo XVII, pero nunca se había valorado adecuadamente. Era un cuadro prácticamente del mismo tamaño que el de la Gioconda de da Vinci, y se diferenciaba especialmente porque en el cuadro del Prado no se veía el paisaje del fondo.
La obra, extraída de los depósitos para mostrarla en París, reveló que tras la oscuridad estaba el paisaje que dibujó Leonardo. Diversos datos, incluida la madera de soporte, han hecho sospechar que se realizó en el taller del maestro renacentista y en el mismo tiempo que el original.
La hermosa dama fue pintada previsiblemente por uno de sus discípulos cercanos; tal vez Andrea Salai (muy relacionado emocionalmente con Leonardo) o Francesco Melzi.
El enigma se reveló oficialmente hoy, en la reunión del Patronato del museo español.
En el pleno se explicó que el descubrimiento fue realizado en la fase de estudio del cuadro, antes de iniciar una restauración de la obra para su participación en una exposición del Louvre, muestra dedicada al artista italiano y que se inaugurará el 29 de marzo.
Según las fuentes del Prado, se trata de una obra de gran calidad que aporta una valiosa información tanto sobre el paisaje de fondo como sobre muchos detalles que rodean a la enigmática dama, como los ejes de la silla, los adornos de la tela que cubre su pecho y el velo semitransparente que envuelve sus hombros.
La restauración está a punto de concluir y el museo tiene previsto presentar la obra restaurada y explicar detalladamente su proceso de estudio y de recuperación dentro de aproximadamente veinte días, antes de su traslado a París.
En el encuentro del Patronato, el director del centro, Miguel Zugaza, destacó los datos relativos al volumen de público recibido, que ascendió en 2011 a más de 2,9 millones de visitantes
La cifra es un récord histórico, al igual que la de los ingresos propios conseguidos por la institución este mismo año.
Merced a estos ingresos, el porcentaje de financiación ha llegado por primera vez a estar por encima del 50% respecto al presupuesto total del organismo: un total de 21.691.000 euros de ingresos propios, frente a los 21.355.000 euros correspondientes a la aportación del Estado.
LA GIOCONDA
Leonardo no fue un pintor prolífico. Dejó poca obra, aunque excelente, como la Anunciación de la Gallería degli Ufizi, la Última Cena (Convento de Santa María de las Gracias, en Milán) o la bella Virgen de las Rocas(Louvre)... Pero sobre todo la popular Gioconda.
La celebridad de La Gioconda se asienta en diversos puntos: la personalidad de su creador, la calidad pictórica, las dudas sobre la modelo que posó, y la azarosa historia del cuadro.
Hay diversas dudas sobre la posible modelo: No faltan sugerencias de que pudo ser una amante de Julián de Médicis o del propio Leonardo; pero lo más normal es creer a Vasari, quien dijo que Leonardo llevó a Francia un retrato de Monna Lisa, esposa de Francesco di Bartolomeo di Zanoli del Giocondo. Del apellido del consorte derivaría pues el nombre popular de Gioconda.
Hace ahora ya más de 500 años que la obra pudo ser iniciada, y no se terminó hasta años más tarde. Adquirido por Francisco I, el cuadro permaneció en las colecciones reales francesas para integrarse luego en el Louvre en 1793. Paso por más tarde por Versalles y las Tullerías, y tras la Restauración, ya no se movió del Louvre... Hasta que llegó la triste noticia que lo hizo famoso en el mundo entero: en 1911 el cuadro, La Gioconda, desapareció, fue robado.
Hubo todo tipo de cábalas e investigaciones –incluso se creyó que había sido destruido por alguien vinculado a las nuevas vanguardias- hasta que apareció dos años más tarde en Italia. Había sido un robo “nacionalista”. Un pintor italiano quiso devolver el retrato de La Gioconda a su país.
Todo aquel revuelo no fue sino promoción mediática, que se aireó aún más con dos salidas emblemáticas desde su retiro de París: a Estados Unidos y a Japón. Todos estos ingredientes han sido claves para hacer el mito mediático en la sociedad de consumo.
La Gioconda del Prado aporta notables datos.