Un icono cuestionado
He de confesar, de entrada, que no comparto esa admiración general que despierta Nueva York, la ciudad de los rascacielos.
No estoy de acuerdo con la mayoría de quienes ven en Nueva York la magia de la modernidad. Es más, cuando contemplo esta ciudad no puedo dejar de sentir un halo de inquietud y de melancolía.
He sufrido a cientos de entusiastas que quedan boquiabiertos cuando alguien habla o menciona el nombre de Nueva York; gentes que traen inmediatamente a colación los escenarios de multitud de series y películas, desde los años treinta (King Kong o Una noche en la ópera, por ejemplo) hasta la actualidad.
La lista de obras que han promocionado a esta urbe es inmensa, y en ella van desde filmes míticos como Manhattan, West Side Story o Desayuno con Diamantes, a series populares como Friends o Sexo en Nueva York. Los personajes de El Padrino, Caza Fantasmas, las Tortugas Ninja, los divertidos protagonistas de Madagascar o superhéroes como Superman o Spiderman... todos pasan en algún momento por esta urbe que se ha trocado por ello en icono del siglo XX.
Estamos en época de mitos de la cultura popular, mitos creados desde los ámbitos comunicativos, que implantan en la generalidad de los mortales desde formas de pensamiento a pautas estéticas y de consumo globales. Al igual que ha ocurrido en el ámbito de la gastronomía, donde hemos asistido a la implantación global de un tipo de comidas rápidas y formateadas que se ofrecen en restaurantes y supermercados de todos los países, ocurre en otros campos como el turismo... o la cultura, en los que se ofrecen “productos” de aceptación tan universal como irreflexiva. ...De esta forma se entronizan en el imaginario colectivo desde la comida rápida de McDonalds, al café de Starbuks, la pintura de Jackson Pollock, las películas de Disney o ciudades como Nueva York.
Rascacielos desde la cima del Empire State. Imagen de Tomás Alvarez. Guiarte.com
Las señoritas de Aviñón, de Picasso, otro tesoro de Nueva York. Imagen de Tomás Alvarez. Guiarte.com