Herodoto caracteriza a los tracios por su valentía, su amor a los caballos y su visión de esta vida como mero tránsito hacia la inmortalidad. Una exposición expone en Madrid diversos elementos de su cultura
La Obra Social ”la Caixa” reúne 300 obras excepcionales de una de las culturas más enigmáticas y olvidadas de la Antigüedad: Los Tracios; del 16 de septiembre de 2005 al 8 de enero de 2006
Diómedes alimentaba a sus yeguas antropófagas con la carne de los extranjeros que visitaban sus tierras. Así de temerario era el hijo del dios Ares y una de las figuras legendarias de Tracia, hasta que Heracles puso fin a tan bárbara costumbre.
Altivos, rudos y guerreros despiadados según los griegos, los tracios fueron también un pueblo de gran sensibilidad que legó a la posteridad tesoros de inusitada belleza que han dejado atónitos a los especialistas. Como el tesoro de Rogozen, descubierto en 1985, que data de finales del siglo V a. de C. y está formado por 65 piezas de oro y plata finamente trabajadas, con un peso total de más de veinte kilos.
Su escritura aún no ha podido ser descifrada, por lo que los responsables de su entrada en la historia fueron los antiguos griegos. «Son tan bellas sus armas de oro que encantan a la vista, ya que no parece que hayan sido labradas por hombres mortales, sino forjadas para los dioses divinos», escribió Homero, en cuya Ilíada aparece por primera vez el nombre de Tracia.
Con el título Los tracios. Tesoros enigmáticos de Bulgaria, la Obra Social ”la Caixa” presenta en España la mayor exposición realizada en nuestro país de una de las culturas más olvidadas y misteriosas de la Antigüedad.
Fruto de la colaboración con el Ministerio de Cultura de la República de Bulgaria, la muestra reúne en la Sala de Exposiciones de la Fundación ”la Caixa” de Madrid 311 obras excepcionales: ricos ajuares, objetos suntuarios, armas y arneses, máscaras funerarias y servicios para banquetes en oro, plata y bronce, entre los que destacan los tesoros de Letnitsa, Rogozen y Borovo.
La exposición Los tracios. Tesoros enigmáticos de Bulgaria, comisariada por Gregorio Luri, Alberto Costa y Valeria Fol, se podrá visitar en la Sala de Exposiciones de la Fundación ”la Caixa” de Madrid (Serrano, 60), del 16 de septiembre de 2005 al 8 de enero de 2006.
Uno de los objetivos de la Obra Social ”la Caixa” es contribuir al conocimiento de la historia y el arte, poner al alcance del público los últimos hallazgos arqueológicos y mostrar en todo su esplendor el legado de los pueblos de la Antigüedad a través de exposiciones dedicadas a las grandes culturas del pasado, como Los íberos, príncipes de Occidente, Asia: ruta de las estepas y Nubia. Los reinos del Nilo en Sudán. La muestra Los tracios. Tesoros enigmáticos de Bulgaria responde a esta voluntad.
La exposición nos desvela los últimos descubrimientos arqueológicos realizados en territorio búlgaro a través de una selección de las piezas más notables y singulares halladas, procedentes de una treintena de museos búlgaros. Aunque el acento recae en la cultura tracia, también se exhiben algunos objetos especialmente relevantes de las culturas que la precedieron en los Balcanes orientales. Es el caso de Varna, uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del mundo (datado a finales del Calcolítico, es decir, más de 4.000 años antes de nuestra era) y donde quizá, según coinciden en afirmar varios expertos, se esconde la cuna de la civilización europea, así como el primer oro trabajado del mundo. En las casi trescientas tumbas estudiadas se han hallado collares, brazaletes, cetros, amuletos e, incluso, un falo de oro, todos ellos trabajados con un refinamiento que sorprende.
los tracios se refiere a un pueblo de origen indoeuropeo que habitó los actuales territorios del norte de Grecia, Bulgaria, Rumanía y hasta la desembocadura del río Dniéper (República de Ucrania). A lo largo de los siglos, Tracia ha permanecido en el olvido. El reciente descubrimiento de magníficas tumbas reales ha llamado la atención de los especialistas sobre el extraordinario legado de los tracios.
A partir de 1970, los hallazgos se han encadenado de forma continua: la necrópolis de Varna (1972), el tesoro de Borovo (1974), la tumba de Sveshtari (1982), el tesoro de Rogozen (1985), las tumbas de Shushmanets (1996), Starosel (2000), Alexandrovo (2001), Goliama Kosmatka (2004), etcétera. Precisamente, los tesoros de Letnitsa, Vratsa, Rogozen, Borovo y Panagyurishte son el gran reclamo de esta exposición singular por la amplitud de su enfoque y la calidad de las obras y los objetos reunidos.
Herodoto los caracteriza por su valentía, su amor a los caballos y su visión de esta vida como mero tránsito hacia la inmortalidad. Lucían tatuajes para indicar la nobleza de su origen, llevaban pieles de zorro en la cabeza, se cubrían el cuerpo con túnicas envueltas en mantos variopintos, calzaban botas de piel de cervato que les llegaban hasta las pantorrillas e iban armados con venablos, escudos ligeros y puñales pequeños, tal como corroboran las pinturas de la cerámica griega. La imagen del guerrero tracio está muy extendida en el arte, pues eran conocidos y apreciados por su bravura y su desapego a la vida. «¡Lanceros de Tracia, bien armados, espléndidos jinetes inspirados por Ares!», cantó Eurípides en Hécuba.
Esta exposición da cuenta de todo ello a través de seis ámbitos, hilvanados de forma cronológica y con sub-ámbitos temáticos: Del Neolítico al Bronce, La Edad del Bronce, De la guerra de Troya a la invasión persa, El siglo V a. de C., El siglo IV a. de C. y El declive de la civilización tracia: del helenismo a Roma.
PEGASO. Siglo IV a. de C.. Oro. A: 14,8 cm. Museo Histórico de Razgrad, Bulgaria. © Rosen Kolev. Exposición «Los tracios. Tesoros enigmáticos de Bulgaria»
CASCO. Primera mitad del siglo IV a. de C.. Bronce y planta- A: 41,5 cm. Instituto Arqueológico y Museo de la Academia Búlgara de las Ciencias de Sofía, Bulgaria. © Rosen Kolev. Exposición «Los tracio