Madrid, Junio de 2007.
A través de una selección de 33 de sus obras más representativas, la exposición muestra un completo recorrido por toda su trayectoria artística, desde la década de 1960 hasta la actualidad.
Entre las obras seleccionadas destaca la magnífica aportación de la propia colección privada de Richard Estes, así como de otras colecciones privadas y prestigiosas instituciones como el Art Institute de Chicago, el Whitney Museum of American Art, el Solomon R. Guggenheim Museum, la Galería Marlborough de Nueva York, el Portland Museum of Art y el Toledo Museum of Art.
Richard Estes, nacido en una pequeña localidad de Illinois en 1936, es uno de los fundadores, junto con Malcolm Morley, Chuck Close y Duane Hanson, del movimiento fotorrealista, surgido a finales de la década de 1960 en los Estados Unidos. Mediante la utilización de la fotografía como fuente visual directa, Richard Estes se especializó en representaciones de paisajes reales. Su obra es admirada por su extraordinaria maestría artística, que pone de manifiesto principalmente en la representación de sus conocidos paisajes de la ciudad de Nueva York, en la que actualmente reside y trabaja.
Otras ciudades, como Chicago, París, Venecia, San Francisco o Barcelona, han sido también objeto de su mirada, pero nunca con el protagonismo que lo hace la ciudad de los rascacielos: Manhattan, Central Park, Long Island, los puentes sobre el Hudson..., sus edificios, comercios, medios de transporte... la realidad de la gran urbe que el pintor utiliza y manipula para mostrarnos su propia realidad, para ampliar y desarrollar su propia visión artística. Aunque él mismo se ha definido en ocasiones como pintor realista, lo que realmente le interesa es la construcción plástica del cuadro y el impacto visual de la obra.
El efecto ilusionista de sus composiciones sugiere que han sido copiadas directamente de una fotografía, pero realmente éstas surgen de la combinación de varias tomas fotográficas que él mismo realiza in situ, pero que no le interesa copiar de forma literal, sino manipularlas y reconstruirlas para crear una imagen que, aunque sea científicamente incorrecta, parezca real al ojo humano; una imagen realista pero que no se corresponde en luz, color o elementos casuales a ningún momento determinado.
Aunque Richard Estes toca puntualmente otros géneros, como puede ser el retrato -del que se incluye algún ejemplo en esta exposición-, su obra más famosa es la que pertenece a las series de paisajes urbanos en las que representa fachadas de edificios, escaparates, escaleras automáticas, automóviles o restaurantes de comida rápida. En sus escenas no aparece apenas la figura humana, por la que no siente interés alguno y, cuando lo hace, es un elemento más del paisaje, que nos transmite en muchas ocasiones una cierta sensación de aislamiento; una atmósfera de objetividad y falta de emoción característica en sus cuadros.
El fotorrealismo se desarrolló a partir de dos tradiciones artísticas: la pintura trompe l'oeil y la técnica meticulosa de superficies delicadamente acabadas de la pintura holandesa del siglo XVII. Pintores como Vermeer han ejercido gran influencia sobre Estes, con su observación detallada de la realidad y el uso de aparatos técnicos como la camara obscura; pero su obra recoge también la tradición europea de la pintura del paisaje urbano desde sus orígenes en los pintores vedutistas del XVIII, con Canaletto a la cabeza. Precedentes modernos más cercanos a su pintura podemos encontrarlos en Charles Sheeler y en los pintores americanos de los años 1930, que se apoyaban con frecuencia en la fotografía para conseguir mayor precisión en la línea y en la forma.
A diferencia de otros pintores fotorrealistas, que traspasan directamente la foto al lienzo, Estes la utiliza únicamente como punto de partida; para él es sólo un instrumento que le permite captar el momento y todas sus complejidades. Toma varias vistas del lugar escogido para luego jugar con ellas y plasmar la imagen definitiva en el lienzo, lo que convierte a la imagen representada en una suerte de ilusión óptica, una representación enormemente compleja de la luz refractada. Salvando las distancias, es un proceso similar al seguido por Canaletto para realizar sus famosas vistas de la ciudad de Venecia: ambos mantienen los edificios y las localizaciones reconocibles, pero reorganizan las perspectivas en función del efecto que desean conseguir; y Estes, además, juega también -y de forma magistral- con los reflejos, otro de los aspectos más particulares y destacados de su obra.
Los efectos de luces y sombras, o la particular textura de las imágenes generadas por cámaras fotográficas, aparecen perfectamente simulados en la obra de Estes; particularmente en la representación de superficies especialmente reflectantes: escaparates, edificios de grandes ventanales, cabinas telefónicas, el agua... Estas superficies, limpias e inanimadas, se convierten muchas veces en el único motivo del lienzo: la realidad de Estes se muestra a través de su reflejo, por lo que el mundo aparece realmente invertido, fragmentado, distorsionado. Otras veces esa realidad se desdobla: una pared divide dos escenas, el interior y exterior de un autobús, de un escaparate, de un barco,... provocando una yuxtaposición de espacios interiores y exteriores, de imágenes reales e imágenes reflejadas, de imágenes reflejadas en el reflejo de otras imágenes.
Hasta el 16 septiembre, 2007 en las salas 47 y 48 de la colección permanente (planta baja) del Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.
The Candy Store. Richard Estes. 1969
Tour Bus of the World Trade Center. Richard Estes. 2005
Accademia. Richard Estes. 1980