Las dependencia del mediodía
Ya en el interior, pasado el zaguán, de piedra rosada, el viajero se encontrará con la gran escalinata, diseñada por Sabatini, con sus grandes peldaños, tallados cada uno de un único bloque de piedra.
Tal vez destaque, junto a la grandiosidad del conjunto, la decoración de la bóveda, de Corrado Giaquinto, donde refleja La Religión, protegida por España. Del interés del conjunto habla una frase de Napoleón, quien durante la guerra de la Independencia colocó en Madrid como rey a su hermano José. Durante una visita al palacio el emperador dijo al eventual monarca español: Hermano, tienes una casa mucho mejor que la mía.
La visita al palacio pasa inmediatamente por el Salón de Alabarderos, con un magnífico techo decorado por Gian Battista Tiépolo: la apoteosis de Eneas. Venus encomienda a Vulcano forjar las armas pare el héroe, asunto inspirado en Virgilio.
Sabattini ideó esta estancia como sala de fiestas, pero Carlos III prefirió ubicar allí a la guardia personal
La siguiente estancia en la visita al palacio es el Salón de las Columnas, con magníficos tapices y una excelente bóveda pintada por Giaquinto, relativa a Apolo. El sol (figuración del monarca) aparece y aviva las fuerzas de la naturaleza
Era esta magnífica sala lugar de fiestas y ceremonias. En el fondo aparece una estatua de Carlos V, copia del original de Leoni, del Museo Prado. Pinturas, tapices, estatuas, arañas de bronce, etc., proporcionan una notable suntuosidad.
Salón del Trono Frente la luz y airosa concepción del salón de Columnas, el salón del Trono, representa un sentido más serio y recogido, aunque notable desde el punto de vista artístico.
Sendos sillones ocupan la parte central de la sala alargada, decorada con una excelente pintura en el techo: la gloria de la monarquía española, de Tiépolo. Dioses, nubes, virtudes y genios pueblan una bellísima bóveda pintada en honor del soberano; obra maestra del italiano.
Mesas, arañas, espejos, estatuaria, estucos, etc. son de excelente calidad y generalmente de autoría italiana. Hasta el terciopelo fue tejido en Génova y recamado en Nápoles.
Esta sala, que maravilló a todo tipo de visitantes, era llamada salón de Besamanos, lugar de audiencias y de la despedida final, pues aquí se exponía el cadáver del rey hasta ser llevado al panteón de El Escorial.
La visita al palacio discurre luego por la saleta de Carlos III, pieza que era comedor del monarca, decorado con una excelente pintura de Antón Rafael Mengs, la apoteosis de Trajano.
La sala siguiente se denomina antecámara de Carlos III. En ella destacan los frescos, la apoteosis de Hércules, también de Mengs, el excelente y monumental reloj Cronos soportando la esfera celeste, de Louis Godon, de final del XVIII.
Pero lo más sobresaliente de la sala son las obras de Goya que, lamentablemente están mal iluminadas, como otros muchos elementos del palacio, lo que devalúa la visita al lugar.
El itinerario pasa seguidamente por la Salita Gasparini, obra maestra diseñada por Matías Gasparini, chinesca y rococó, cargadas de fantasías vegetales, valiosas y de un gusto muy particular.