Guia de Buenos Aires
Qué Ver en Buenos Aires
Lugares de interés para el viajero en Buenos Aires, capital de Argentina (Sudamérica).
La Casa Rosada
La catedral de Buenos Aires
El cabildo
Grandes templos de la zona
Puerto Madero
Avenida 9 de Julio
La Boca
San Telmo
El Obelisco
El Teatro Colón
El barrio del Congreso
Congreso Nacional
Palacio Barolo
Barrio de La Recoleta
Iglesia de La Recoleta
Cementerio de La Recoleta
Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires
MALBA
Los bosques de Palermo
Información General de Buenos Aires
Buenos Aires (Argentina) es la gran ciudad de Sudamérica y una de urbes más interesantes del mundo.
Buenos Aires es la gran ciudad de Sudamérica y una de urbes más interesantes del mundo, en cuyas calles, a veces un tanto abandonadas, perviven los destellos de la riqueza económica y cultural de este país que en los inicios del siglo XX parecía estar llamado a liderar el mundo industrializado.
Una guía de Buenos Aires, con textos de Tomás Alvarez y fotografías del autor, de Beatriz Alvarez Sánchez y del portal de turismo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Información General de Buenos Aires
Buenos Aires (Argentina) es la gran ciudad de Sudamérica y una de urbes más interesantes del mundo.
La ciudad de Buenos Aires
He vuelto por la ciudad en la que residí un tiempo, hace ya una treintena de años y, pese a la decadencia, aún la he encontrado más deslumbrante.
Una ciudad es especialmente bella cuando, pese a que las arrugas del tiempo y del dolor hayan surcado su epidermis, sigue destilando misterio y hermosura.
Tiene Buenos Aires unos tres millones de habitantes, unos doce contando la conurbación, pero su grandeza no guarda parangón con su censo, porque esta ciudad es mucho más; es una síntesis de Europa y América, en la que se ha gestado lo mejor de ambos continentes… y a veces lo peor.
Conocí esta ciudad como periodista, circunstancia que me permitió contemplar las alturas y bajuras del poder, el gozo de la amistad y las bellezas del arte. Esa circunstancia también me permitió gozar-sufrir con las pinturas expresionistas de Sábato, la tortilla compartida con un Jorge Luis Borges pletórico de humor o las tardes de fútbol en las canchas de River o Boca con Enrique Escande.
Otros amigos como Néstor Ramírez me llevaron al Colón o al delta del Tigre; Benito García al centro Regional de León, en la calle Humberto primero; los hermanos Bello al Club Español o a la Pampa, para asar el cordero en cruz; Claudio Sánchez Albornoz, a su pequeña casa de 70 metros, en la que el retrete estaba escondido debajo de pilas de libros de historia. Excelentes guías para acceder a una ciudad increíble.
Y he vuelto a ver a Buenos Aires mucho tiempo más tarde, a una ciudad llena de desconchones y ausencias… pero grandiosa aún. Florida perdió su glamour; ante las puertas neobarrocas del edificio del Banco de Boston yacen tumbados los mendigos; las marquesinas de los autobuses de la Avenida de Callao están atiborradas de anuncios de prostitución; las aceras parecen recién bombardeadas… Pero la ciudad aún me parece más humana y subyugante.
Treinta años más tarde, mis ojos descubren con más detalle las armonías de determinado edificios afrancesados que antes me parecieron petulantes copias parisinas, me maravillan las gárgolas o atlantes que antes pasaron ante mis ojos sin dejar huella… Y me encanta este pueblo que a veces exhibe un nacionalismo paticorto, sin darse cuenta de que son una sociedad internacionalizada erigida sobre milenios indios y centurias de español, como recordaba la canción de Mercedes Sosa.
Buenos Aires es inabarcable, y por ello es imposible sintetizar en una guía. Pero voy a dejar en las siguientes páginas unos brochazos de esta urbe, para que al menos quien llegue a ella tenga una imagen impresionista … a partir de la cual busque lo que más le interese, con la seguridad de que no va a llegar al fondo de las cosas.
Porque esta ciudad es arte, danza, gastronomía, cultura, diseño…
Los argentinos la llaman más Capital Federal que Buenos Aires, para no confundir con su nombre con la provincia de Buenos Aires. Pero Buenos Aires se prolonga en un todo continuo por las localidades del exterior, con barriadas en las que alternan humildes villas miseria con hábitats más residenciales.
El lector no debe hacer caso de los tópicos, porque Buenos Aires es mucho más ellos. No haga caso a los simplismos; esta no es el París del Sur, es mucho más; no es la ciudad del Tango, es mucho mas…
Está enclavada la urbe sobre un espacio llano. Esto es ya La Pampa, y para ver una montaña de cien metros de altura… hay que emprender viaje largo. Los bonarenses le dirán que es una de las 20 mayores ciudades del mundo pero insisto, esto es una tontería, las ciudades no se miden sólo por el contenido de seres humanos, sino por la creatividad, el arte, la cultura y la historia. En ese conjunto, no tenga duda que Buenos Aires está entre las cinco o diez primeras.
La población de Buenos Aires se ubica entre el delta del Paraná y el Riachuelo, lindando con la costa del Mar del Plata, este inmenso estuario, el Mar Dulce que bautizaron los españoles en el siglo XVI.
Pedro de Mendoza hizo la primera fundación en 1536, más o menos donde ahora está el barrio de La Boca. El asentamiento definitivo llegaría con Juan de Garay, en 1580, que se posicionó en el entorno donde ahora siguen las viejas instituciones: la catedral, el cabildo…
Es una ciudad llena de arte y de cultura. Desde los vestigios barrocos hispanos a la modernidad más descarnada, palpable por ejemplo en el edificio de la Biblioteca Nacional. Es también una ciudad llena de cultura. La urbe destaca a nivel mundial por el número de teatros y librerías. Ha sido denominada Capital Mundial del Libro, por sus magníficos establecimientos públicos y comerciales y sus extraordinarios autores. Los nombres de Borges, Bioy Casares, Sábato, Múgica Laínez, Silvina Ocampo, Cortázar, etc… llenan algunas de las mejores páginas literarias del siglo XX. Todos fueron habitantes de esta urbe clave de la literatura hispanoamericana.
El trajín de la ciudad no impide una cierta tranquilidad de vida, propicia para el gozo del paseo, el café o el mate compartido con amigos, en un ambiente que es de clima suave y más bien húmedo, donde aparecen a veces tormentas fuertes que descargan con violencia un granizo que deja las calles alfombradas de verde y azul violeta, cuando las jacarandás están con su estallido floral.
La naturaleza es espléndida en Buenos Aires, y contribuye a alegrar todos los rincones, como este de La Recoleta. Imagen de Beatriz Álvarez Sánchez. Guiarte.com
La arquitectura de la ciudad tiene grandeza, como se aprecia en esta sede del Banco Nación, de aire historicista, en la plaza de Mayo. Imagen de Tomás Alvarez. Guiarte.com
El arte aparece por doquier, con magníficos trabajos como este conjunto, en el cementerio de la Recoleta. Imagen de Beatriz Álvarez Sánchez. Guiarte.com
El magnífico Congreso de la Nación. Imagen de Beatriz Álvarez Sánchez. Guiarte.com
La historia
Fundada en el siglo XVI, recibió ya en su primer momento el nombre de Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre, que terminó sintetizándose en Buenos Aires.
Pese a que Pedro de Mendoza llegó a crear una población en 1536, no fue sino tras la fundación hecha por Juan de Garay en 1580 cuando se instauró la ciudad definitiva, que originalmente dependía del virreinato de Perú.
Poco a poco se fue asentando el prestigio de la ciudad, que incluso rechazó a invasores portugueses que alcanzaron la costa de Colonia, al otro lado del Río de la Plata.
Manufacturas como el cuero fueron dado actividad a este lugar que en 1776 alcanzaría la capitalidad del virreino del Rio de la Plata, lo que permitió un progresivo desarrollo amparado en el comercio y los servicios.
Alguna banda de piratas intentó invadir la ciudad, sin éxito, hasta que en 1806 permaneció unos días bajo el poder inglés.
La invasión napoleónica del territorio de la Península Ibérica y el florecimiento de ideologías liberales motivaron el apoyo a movimiento emancipadores que dieron lugar a la revolución de Mayo, en 1810.
La independencia de España, consolidada en 1815, dio paso a un periodo convulso en el que Buenos Aires acabó consiguiendo la capitalidad del país. Y el crecimiento der la urbe continuó hasta alcanzar los 80.000 habitantes a mediado del siglo XIX.
Consolidada como polo de atracción de la inmigración hacia Sudamérica, la ciudad se expandió en lo demográfico y en lo económico durante la segunda mitad del siglo XIX, abordando proyectos como el puerto, los bosques de Palermo o grandes edificios edilicios.
Ese desarrollo continuó en el siglo XX, de modo que en Buenos Aires se abrió el ferrocarril subterráneo primero de América del Sur y nuevas avenidas que ordenaron el urbanismo local.
En el final de la década de los veinte se produjo un hecho clave en la historia argentina: el golpe militar que derrocó al presidente Yrigoyen. El trasfondo del mismo, la crisis de la gran depresión –que también llegó aquí- y la oposición de las elites conservadoras, entre otras cosas por la creación de la empresa YPF, que nacionalizó el negocio del petróleo.
Buenos Aires estaba aún en pleno desarrollo, ya camino de los dos millones de habitantes, y el país era inmensamente rico. Tenía entonces Argentina el triple del PIB de todos los países limítrofes juntos: Brasil, Chile, Bolivia, Uruguay y Paraguay. En aquellos momentos, Buenos Aires podía aspirar a ser la ciudad más poderosa del orbe y los observadores se preguntaban si la hegemonía mundial quedaría en el norte del Atlántico(EE.UU.) o en el Sur (Argentina).
La respuesta la dieron los militares argentinos, aliados a una oligarquía, que con intervenciones continuadas lograron romper la evolución económica y constitucional del país. Prácticamente, el resto del siglo XX estaría condicionado por el poder militar, y hasta Raúl Alfonsín -en los años ochenta- no habría ningún presidente no militar que concluyese su mandato.
Argentina –que antaño triplicaba el peso económico de todos sus vecinos- en el tramo final del siglo XX no representaría sino una tercera parte del PIB brasileño.
Toda la grandeza económica de la segunda mitad del siglo XIX al primer tercio del XX está reflejada en Buenos Aires, en sus grandes avenidas, con edificios monumentales muy por encima de los que se construían en la generalidad de las grandes urbes del mundo en su tiempo. Avenidas como la de Mayo (1894) o Roque Saenz Peña (1913) nos muestran el orgullo de esta ciudad. La fortaleza y el clasicismo de sus edificios nos habla de un poder económico inconcebible para la Argentina de hoy.
En 1936, la ciudad inició otro gran intento urbanístico, la avenida 9 de Julio. Aquí, la grandeza radica en el espacio… ya no en la piedra. Estamos ante una nueva ciudad y un nuevo país.
El hundimiento llegaría en el final del siglo XX. La huella ominosa de la dictadura con las secuelas de desaparecidos, La humillación de la Guerra de las Malvinas, el “corralito”, la emigración…
Pero bajo las arrugas de esas tragedias, la ciudad es de tal calidad que sigue bella y viva. Busca nuevos ámbitos de desarrollo, como la recuperación de Puerto Madero… En las calles sigue el bullicio, los restaurantes siguen atrayendo a los amantes de la cocina, brilla el diseño y se contempla el gran arte… Buenos Aires como los grandes atletas tienen una reserva de fuerzas que le permite seguir asombrando a quien se acerca a ella.
Arcada central de la Casa Rosada, edificio de Gobierno que ocupa el lugar en el que se hallaba el fuerte en tiempos del virreinato del Rio de la Plata. Imagen de Beatriz Álvarez Sánchez. Guiarte.com
El Teatro Colón, una muestra del gran poderío cultural de la ciudad. Imagen de Tomás Alvarez. Guiarte.com
Ante las puertas del edificio Banco de Boston. Los cambios sociales se denotan en el centro de la urbe. Imagen de Beatriz Álvarez Sánchez. Guiarte.com
El edificio Libertador, del ministerio de Defensa, cercano a la sede de Gobierno. Toda una alegoría. Imagen de Tomás Alvarez. Guiarte.com
La torre del Palacio de la Legislatura, al atardecer. Imagen de Beatriz Álvarez Sánchez. Guiarte.com
Ocio y gastronomía
Buenos Aires es un magnífico destino gastronómico para las carnes cuyo éxito se basa en parte en el excelente corte de las mismas.
Como cabecera de un país de inmensa riqueza ganadera, la carne vacuna que se degusta en la ciudad es extraordinaria y su preparación se relaciona directamente con la ruralidad. Un buen asado no necesita más que una buena carne y un buen ritmo del calor… no necesita otro aliño que un poco de sal o el consabido chimichurri (salsa picante, con ajo, perejil, aceite y vinagre).
El argentino no “machaca” la carne con un fuego abrasador, sino que prefiere que este entre gradualmente al tejido fundiendo la grasa y empapándola de jugosidad. La tarea se facilita teniendo la parrilla controlada mediante una polea regulable. La fuente de calor ha de ser madera dura o carbón vegetal.
Una variante es el asado en cruz. El animal, abierto y expuesto cerca del fuego, va recibiendo el calor lentamente y la carne se va haciendo en un proceso de horas. Si el viajero tiene la oportunidad de degustar un asado en cruz en medio de la Pampa, con un buen vino argentino, habrá llegado al sumun de la gloria gastronómica de esta tierra.
No hace falta mucha vajilla para todo esto. Un facón (cuchillo) y un pan en el que apoyar el pedazo de carne es lo básico. Porque la cocina, al igual que el arte, no necesita barroquismo para alcanzar los registros más perfectos. En la sencillez está la armonía y la belleza más pura.
Para acompañar los asados, en general, bastará una sencilla ensalada mixta (lechuga, tomate y cebolla) o unas patatitas al vapor rociadas de aceite.
Aunque más dura, la pieza más preciada por el que esto escribe es la tira de asado (costillar cortado transversalmente). Junto a este no cabe olvidar a las mollejas ni los chinchulines…
Otra interesante reminiscencia de la cocina tradicional española es la empanada. Famosas son las del interior (mendocinas).
Hay otras especialidades del territorio vinculadas a la cocina italiana. Son muy populares las pastas, especialmente ñoquis y raviolis. Y en las casas particulares se siguen haciendo magníficas recetas heredadas de las abuelas de Italia (viene a mi mente la tarta pascualina de Nely Ramírez)
La ciudad cuenta también –no lo aconsejo- con una gran oferta de cocina internacional, desde la japonesa a la china.
No dude en acompañar la comida con algún buen vino de Mendoza, San Juan o Catamarca. Argentina tiene en su interior, desde Salta a Neuquén, excelentes vinos.
Y para postre… ¡Que decir del delicioso dulce de leche! En helado, en tartas… o simplemente para untar el pan con la mantequilla desde el desayuno.
Existen tortas de diversas variedades, helados… aunque la fama se la llevan los alfajores. Como su nombre indica (el “al” muestra su origen árabe) el alfajor es un dulce típico que proviene de la gastronomía andalusí y que se sigue practicando en el sur de España donde se hacen unos pastelitos redondos con masa de almendra y relleno de miel… Pero en Argentina el alfajor ha encontrado su gran fortuna transformándose en algo así como dulce nacional, y que consiste en sendas galletas unidas mediante un relleno de dulce de leche y bañadas en chocolate o azúcar glas.
No voy a dar nombres para restaurantes: en Puerto Madero hay buenos lugares, pero también en cualquier lugar de la ciudad... El asado es un producto nacional y hacer un mal asado en Buenos Aires un delito.
Compras
Como gran ciudad, Buenos Aires tiene buenas zonas comerciales. En La Boca, San Telmo o Retiro se pueden adquirir recuerdos…En Corrientes y Santa Fe, libros; en Florida de todo; arte y decoración en el entorno de La Recoleta y Palermo Viejo.
Hay ferias atractivas en varios lugares. A la de antigüedades de San Telmo, se añaden otras, como la que tiene lugar también los domingos delante de La Recoleta, con bellos productos artesanos.
Un apunte. Son famosos los quioscos de Buenos Aires, coloristas, casi bazares en los que hay desde caramelos hasta tabaco o chucherías. El quiosquero le dirá la vida del barrio, los itinerarios de los colectivos o los restaurantes cercanos. Es una auténtica oficina de turismo.
En tejidos, se puede adquirir desde productos argentinos típicos (un poncho) a las clásicas marcas, que están por todas partes. En argentina hay buena ropa y buenos modistos. La clase media viste de forma elegante.
Productos típicos de turismo son los cueros, los mates, los facones… Hay bellos facones de plata.
No se puede salir de Argentina sin una buena provisión de alfajores y dulce de leche… nos los agradecerán los amigos. El vino y el coñac (lo hay bueno) no es una buena opción, es fama que pierde calidad en un viaje transoceánico.
No se olvide de asistir a algún buen espectáculo de tango…... y –por favor- dese un baño de cultura en el Teatro Colón.
La bellísima librería Ateneo ocupa un antiguo teatro. Turismo. Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
Puesto de muñecas en el mercadillo de La Recoleta. Imagen de Beatriz Álvarez Sánchez. Guiarte.com
Uno de los típicos kioscos bonaerenses. Imagen de Beatriz Álvarez Sánchez. Guiarte.com
Direcciones de interés
Algunas páginas web interesantes para preparar tu viaje a Buenos Aires, Argentina.
Algunas webs de interés para el viajero:
http://www.buenosaires.gob.ar/
http://www.presidencia.gov.ar/
http://www.congreso.gov.ar/
http://www.catedralbuenosaires.org.ar/
http://www.teatrocolon.org.ar/es/
http://www.mnba.org.ar/index.php
http://www.malba.org.ar/web/home.php
La Recoleta. Imagen de Tomás Alvarez. Guiarte.com