Guía de Brasilia

Brasilia, la ciudad del siglo XX

Una ciudad proyectada, desde su plano general hasta la localización de las zonas comerciales, residenciales o institucionales.

El urbanista Lucio Costa (1.902 – 1998) es –en asociación con el brillante arquitecto Oscar Niemeyer- el autor de esta nueva urbe, ubicada en la región Centro-Occidental de Brasil. Justamente el hecho de ser una ciudad proyectada es lo que la hace única, no sólo en lo que respecta al territorio brasileño, sino en todo el mundo.

Está ubicada en un Distrito Federal, que ocupa una superficie de 5.782,78 kilómetros cuadrados y que ha sido dividido en varias municipalidades. Asentada en un área bastante seca, no sólo se proyectó la urbe, el centro, o sus distintos barrios, sino también elementos como un inmenso lago artificial que dotaría a la ciudad de mayor humedad y reservas de agua para el consumo de la población.

A veces se ha dicho que es ésta una ciudad fría; y, en efecto, poco tiene que ver con Salvador de Bahía, Río de Janeiro o Sao Paulo. Es fría tal vez por su funcionalidad, pero es cálida por su colorido y brillante por su arquitectura, en la que se despliega la creatividad de uno de los grandes del siglo XX: Oscar Niemeyer, quien ha dejado muestras de su concepción avanzada de la arquitectura en diversos lugares del mundo, desde que en 1952 participara con Le Corbusier en la creación del edificio de la ONU de Nueva York.

Tiene la ciudad forma de pájaro, cruz, o avión, según las opiniones. Un eje lleva a las áreas residenciales y el otro, monumental, conduce a través de los edificios públicos, donde encontraremos los ministerios, congreso, senado, etc.

La historia de Brasilia

Unas breves notas sobre la historia de Brasilia, la moderna ciudad creada para ser capital de Brasil.

El inmenso territorio brasileño hace que su administración sea una tarea compleja. La franja costera, territorio en torno al cual se había asentado tradicionalmente la población, representa realmente una pequeña parte de lo que es Brasil. Las zonas de interior, por tanto, se habían quedado muy alejadas de las administraciones públicas y de las infraestructuras necesarias para su explotación económica. Por todo ello, se sentía la necesidad de vertebrar el país con un punto céntrico, desde el que se pudiera poner en valor toda la parte interior.

Ya en siglo XIX se expresó en algunos medios esta aspiración utópica. A mediados del XX el tema se replanteó, entre otros motivos por la lucha por la supremacía política de dos urbes: Río, la tradicional capital del Estado, y Sao Paulo, la urbe pujante que hoy es una de las mayores ciudades del mundo, y la principal capital económica de América del Sur.

Un presidente de acusado pensamiento descentralizador, utópico y social, Juscelino Kubitschek, aglutinó a los creativos y propuso la creación de una nueva capitalidad.

Kubitschek, que fue elegido titular de la nación en 1954, era gobernador del estado de Minas Gerais, y –pese a las críticas- inició la construcción de la nueva urbe en 1956. E l 21 de abril de 1960 fue declarada ya capital del país.

La vida democrática brasileña se truncó en 1964 por un golpe militar, que suprimió los partidos. Los golpistas, en el poder hasta 1985, “despreciaron” la capitalidad de Brasilia, pero no se atrevieron a modificar el estatus de la urbe, que poco a poco fue reafirmándose.

La evolución demográfica de la ciudad y su entorno ha sido rápida y en la actualidad tiene más de dos millones de habitantes en conjunto, con lo que se han planteado los problemas de desequilibrios sociales y ambientales tradicionales. Aun así, el núcleo original sigue siendo espectacular y mereció en 1987 ser declarado por la UNESCO como patrimonio de la Humanidad.

En ese patrimonio está el núcleo de la obra de Oscar Niemeyer, personalidad mundial reconocida con galardones como el premio Pritzker (1988) y el Príncipe de Asturias de las Artes (1999).

Brasilia, una ciudad creada de la nada

Por qué se crea una ciudad de la nada, como ocurrió con Brasilia, y a continuación se la hace capital de un país.

La existencia y fundación de Brasilia es sin duda bastante particular. Cuando menos, resulta interesante que la urbe se haya creado a partir de la nada y ello hace que casi todas las personas tengan algo que opinar sobre su creación. Por esta misma razón el visitante también a menudo se preguntará sobre su razón de ser.

Brasilia, es una ciudad que vive una realidad distinta del resto de Brasil, por ser limpia, ordenada y urbanizada siguiendo un único plan. En Brasilia no hay más que aquello que fue proyectado sobre el papel y todo lo que no entra en ese plan se lleva para afuera. En ella prácticamente sólo tienen espacio las instituciones y los servicios para satisfacer las vidas de los muchos funcionarios que trabajan en ellas. Esto quiere decir que los problemas de Brasil, que ha evolucionado muchísimo en los últimos años, pero que a día de hoy todavía está en vías de desarrollo, como pueden ser la falta de infraestructuras o la desigualdad social, no existen en Brasilia. Pero claro, en los alrededores de Brasilia existen diversas ciudades satélite que han crecido motivadas por el empuje de la capital y donde se sitúa todo aquello que en Brasilia no entra.

Pero volviendo a las razones de ser de Brasilia, se debe destacar como una de las principales la defensa de la capital. Antes de Brasilia, la capital estaba en Río de Janeiro, donde había sido establecida por la Familia Imperial, después de trasladarla desde Salvador de Bahía. Río es una ciudad costera que resulta de difícil defensa y ello quedó patente durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el país recibió cerca de la capital un ataque supuestamente dirigido por tropas alemanas. Las dificultades para defender la capital del país, que ya habían sido motivo de análisis en el pasado, quedaron patentes y finalmente se decidió llevarla para el interior, donde estuviera menos expuesta a ataques enemigos.

Otra razón que hizo plantearse la creación de una capital en el interior fue la desigual distribución demográfica del país. Los habitantes habían colonizado básicamente las zonas costeras y en el interior del país apenas había ciudades importantes. Así pues, la creación de la capital en el interior vendría a ayudar en una distribución más homogénea de la población.

También se escuchan entre los brasileños algunas ideas más peregrinas sobre la motivación de crear una capital de la nada. Una de ellas es por motivos logísticos entre las zonas de interior y las zonas costeras. Dada la lejanía entre esas zonas, administrar las zonas de interior se hacía muy difícil. Hace mucho tiempo, y dada la falta de vías de comunicación terrestre, cuando surgía un problema en el interior, desde que la administración se decidía a hacer algo, hasta que la ayuda o resolución llegaba al interior, podría pasar un buen tiempo. Sin embargo, cuando se fundó Brasilia, a mitad del siglo pasado, estos problemas logísticos no parecen suficientes para tal obra.

Dice también alguna de las personas a las que hemos preguntado que fue un intento de hacer un poco más suyo el territorio de interior e integrar más a las personas que vivían lejos de las grandes ciudades costeras. Una capital más cerca de todos!

Ahora bien algunos brasileños también opinan que colocar la capital en un lugar tan "perdido de la mano de Dios" es una maniobra política para evitar revueltas, manifestaciones y demás. Cuando surgen polémicas criticadas por la sociedad, se suelen hacer viajes para manifestarse en la capital y, como Brasilia queda a miles de kilómetros de muchos centros urbanos del país, muchas de las personas que se manifestarían no lo hacen debido a ese viaje. En realidad ocurre que las manifestaciones comienzan durante el propio viaje de los afectados. Dicho de otra manera, para algunas personas, poner la capital en un lugar tan alejado, es una treta para evitar que los brasileños se no se quejen o al menos que las personas que lo hagan no molesten demasiado.

En fin, son opiniones que está bien conocer, pero lo que queda claro una vez visitamos la ciudad es que el experimento les funcionó y produjo una ciudad muy especial, cultural y turísticamente hablando.